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Conduciendo en dirección contraria

| Menorca |

Con una nueva temporada alta a punto de concluir disponemos ya de algunos indicadores económicos preocupantes que nos hacen pensar que, un año más, estamos conduciendo nuestra economía en una dirección errónea, contraria a lo que la compleja situación requeriría.
Los problemas de saturación de nuestras carreteras, la escasez de vivienda, el colapso de las principales ciudades, y en especial de Palma, el incremento del coste de vida, servicios al límite…, generan una incomodidad creciente para residentes y visitantes, que pueden estar percibiendo que vivir/visitar las Islas es una mala experiencia. Las olas de calor vividas ahondan en el desencanto.

¿Qué dicen estos primeros indicadores? Que sigue creciendo el número de visitantes (9 millones hasta julio y con proyección de superar claramente los 18,7 del año anterior), pero que gastan menos a pesar de un incremento fortísimo del precio de hoteles y restaurantes (+5,6 por ciento).

Más elásticos a los precios los segundos que los primeros (el alojamiento es imprescindible mientras la restauración tiene sucedáneos), los efectos de la temporada no satisfacen a todos, aunque se oyen tan solo las quejas de quienes ‘esperaban más’. Por tanto, seguimos en la dirección contraria a la deseable, y sobre la que existe pretendidamente cierto consenso (‘menos es más’, ‘menos turistas con mayor gasto'). Por una parte, gana la hostelería con un 90 por ciento de ocupación a la que sumar el desbordado fenómeno del alquiler turístico, un récord de vuelos en Son Sant Joan (+2 por ciento), un 9,4 por ciento más de pasajeros en crucero en los primeros 7 meses y un 12 por ciento mayor número de buques.

Por otra parte, las ventas en supermercados andan disparadas (+6 por ciento) incluyendo comidas preparadas (+50 por ciento) que, como apuntábamos, parecen indicar un proceso de sustitución de la actividad de restaurantes y bares, probablemente para compensar el alza de precios y explicar la bajada de gasto, y una cierta (pero errónea) sensación de desaceleración.

Los datos demográficos son también muy preocupantes porque la población residente sigue creciendo exponencialmente con más de 50.000 personas en 6 meses y superando el 1.250.000 habitantes registrados, a pesar de tener la máxima caída en la historia de la natalidad (-5,6 por ciento primer semestre del 2025). A ello no es ajeno el abuso de altas en razón de los descuentos de viaje, que tergiversa los datos censales, sin coincidencia con los de residencia fiscal y de utilización de servicios públicos, como en el caso de los sanitarios. Inexplicable que en un estado moderno no se cuadren los datos de la agencia tributaria con los administrativos y de utilización sanitaria, cuando la tributación (dumping fiscal de algunas comunidades), el beneficio de los descuentos (con cargo general) y la financiación del gasto autonómico (según residencia administrativa), siguen caminos independientes que permiten un notorio abuso. Más allá de los ‘falsos residentes, la población extranjera residente, oficialmente, representa ya el 28,8 por ciento del total (la más alta del Estado)

Los datos son abrumadores para poder asegurar que estamos en un camino peligroso y ante el que cabe reaccionar. Y no por un motivo de índole ideológico, sino simplemente objetivo. Las Islas no dan para más. Su geografía impone limitaciones claras ante la presión humana sobre los recursos naturales disponibles.

En artículos anteriores hemos insistido en que no podemos esperar que el «mercado» corrija este rumbo. Los diferentes actores de esta industria (que ya es la auténtica ‘fábrica de España’ por su más que positiva contribución en la generación de divisas y empleo) están más que satisfechos con este statu quo (anuncian un año más cifras de facturación récord) y los partidos políticos son incapaces de afrontar medidas serias (más allá de darle vueltas al Documento de Bases para la Agenda de la Transición), dando señales de procrastinar conscientemente.

Seguimos pensando que hay que actuar con decisión y energía sobre el ‘exceso de oferta’ que sigue creciendo año tras año incluso por encima de la demanda (quizás por esto hoteles y restaurantes dicen no llenar), intentando procurar que toda oferta cree su demanda, por pobre que sea esta, para satisfacer ciertas expectativas.

Puede sonar a discurso manido y utópico, pero no tiene sentido que crezcan el número de vuelos y de cruceros, la entrada de coches, las plazas hoteleras y los apartamentos turísticos (legales o no) , los vehículos de alquiler, los restaurantes etc., sin límite alguno.

Urge ordenar, aun aceptando que es tarea compleja manejar este cambio de modelo económico, que se ha hecho «dependiente» de seguir creciendo en el monocultivo del turismo de bajo valor añadido. Urge, por último, obtener recursos fiscales adicionales para poder invertir en infraestructuras y servicios (se anuncian planes estratégicos 2030 que no se concretan en realidad alguna) y para compensar los impactos negativos de tanta presión humana sobre el territorio y las crecientes desigualdades sociales.

Somos la Comunidad Autónoma con mayor crecimiento del PIB año tras año (absoluto, pero no per cápita) aunque a un alto coste de deterioro social y medioambiental.

Se ha avanzado algo en la desestacionalización, alargando por delante y por detrás la temporada sin duda, pero seguimos instando en gestionar la temporada alta en la dirección contraria a la que en nuestra opinión se requiere. Y es sabido que los accidentes en este caso acostumbran a ser fatales!
Menos tiene que ser más. Hace falta adecuar oferta y demanda, pero no con más oferta, insistimos.

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