Con lo cómodo que resultaría que las evidencias encajasen como un guante en nuestras creencias, suele suceder que la realidad lo complica todo, obligando a muchas personas (principalmente aquellas gobernadas por la ideología, los clichés y las modas, o pertenecientes a sectas políticas, religiosas etc…) a comulgar con ruedas de molino, tragar sapos, renunciar al conocimiento (limitando sus inputs de información a las fuentes que refuerzan sus inclinaciones), y en general a prescindir de la objetividad para echarse en cambio en brazos de la propaganda dogmática.
En este contexto encontramos un incómodo ejemplo al constatar que muchos de los países más ricos, con mayor nivel de vida y elevada calidad en sus servicios, cargan menos impuestos sobre sus ciudadanos que otros colectivos que continúan subiendo la presión fiscal mientras se empobrecen a marchas forzadas (no miro a nadie). A qué se deba ese fenómeno quizás encuentren explicación los teóricos de las leyes económicas, de las cuales me declaro un profundo desconocedor. Pero el hecho de que así suceda debería estimular a los países mediocres a tratar de imitar (no solo en el aspecto impositivo) las estrategias que funcionan, en lugar de estamparse una y otra vez contra el muro de la realidad cagándola reiteradamente con medidas ineficaces, cuando no contraproducentes.
ALGO PARECIDO sucede con el precio de las cosas. La intervención del estado avalada por una ideología de salón, suele provocar un incremento de los precios (pongamos que hablo de vivienda), pero algunos estados insisten en poner impedimentos a la oferta, en vez de construir ellos mismos vivienda protegida o incentivar la dispersión poblacional mediante la rebaja de la fiscalidad en zonas poco habitadas (es solo una idea).
Supongamos que usted defiende los valores socialistas o podemitas. En tal caso apostaría a que le parece mal el nepotismo. Por ejemplo, que alguien enchufe a su hermano o a su amante en un puesto pagado por todos los ciudadanos (incluida la clase obrera y el pueblo), o que la esposa de un tipo poderoso haga uso de una secretaría pagada a escote por el erario público le parecerá deleznable. ¿Verdad? En este escenario, la realidad incómoda consiste en que muchos «progresistas» estarían encantados si una triquiñuela judicial evitase que se investigarán comportamientos que tienen toda la pinta de atenerse a los anteriormente mencionados casos de favoritismo.
Añadamos otra certeza incómoda a las ya comentadas:
La alternancia de los dos partidos que triunfan en nuestro país no consigue disminuir el elevado dispendio en «cargos» y en «chiringuitos». Esto bien podría deberse a que la gran mayoría de cargos y de encargados de chiringuito son perfectamente incompetentes a la hora de implementar avances positivos. Temen por tanto perder una colocación tan provechosa (para ellos), de manera que se agarran cual garrapatas al puesto aunque ello suponga desdecirse o sufrir taquicardias cada vez que se enfrentan a la hemeroteca. No importa: quien no se respeta a sí mismo es muy humano que pase de respetar a la sociedad de la que mama.
LA COSA comienza a renquear desde el momento en que la actual estructura del estado permite que un tipo amoral haga y deshaga a su antojo leyes, indulte a la carta, modifique sobre la marcha las reglas de juego, compre votos cuesten lo que cuesten, incumpla una tras otra las promesas electorales y el resto de villanías que ya conocemos.
Nada impide que presida el gobierno alguien que pase en canoa de su país, ergo las leyes deberían proterger al ciudadano de tal eventualidad (usando el sentido común, quizás).
Lamento sospechar que esas leyes no se dictarán, pues los siguientes tendrán nulo interés en que a aquel que las deba implementar se le exija algún nivel intelectual o ético.
Una sociedad que ha normalizado que le tomen el pelo desde banderines rojos, verdes, morados, azules... es una sociedad condenada a tragar con lo que le vayan echando. Y le suelen echar basura.
De ser cierta esta sentencia, estaríamos hablando de una verdad incómoda de las gordas.
Y mucho me temo...