Fue Zapatero quien empezó a distinguir entre los buenos (los que habían perdido la guerra) y los malos (los que la habían ganado). Empezó a desenterrar cuerpos de las cunetas, lo que me parece bien, pero todos eran de un bando. Los malos no tenían derecho al reposo. No le interesaba el espíritu de la Transición que fue sobre todo el de no exigir responsabilidades a nadie, perdonar, pasar página y construir un país sin rencores. En julio de 2023 el PSOE perdió las elecciones, pero como el PP fue incapaz de armar una mayoría, Pedro Sánchez fue investido presidente con los infames 7 votos de Junts. Ya en el discurso de investidura dijo Sánchez que iba a construir un muro que separase a los buenos de los malos. Era la primera vez que un presidente del gobierno democrático despreciaba a la oposición para gobernar solo para los suyos. Los otros eran malos, malísimos o fachas.
En los últimos días, Sánchez ha acentuado la división de los españoles entre los que están con Palestina (así en abstracto) y los que no están. Y lo ha hecho al socaire de una carrera ciclista en la que participa un equipo que se llama Israel (en el que solo había un corredor israelí de ocho componentes), otro que se llama Emiratos Árabes Unidos y otro Bahrein, países éstos que no tienen fama de respetar los derechos humanos y la libertad de las mujeres. Israel está cometiendo atrocidades en respuesta al bárbaro ataque terrorista de Hamás contra civiles de Israel en octubre de 2023. Pero no creo que boicotear una carrera ciclista, poner en riesgo la integridad de los corredores y enfrentarse a las fuerzas del orden sea una manera de luchar pacíficamente contra lo que puede o no puede ser un genocidio.
Palestina tiene derecho a un estado porque así lo estableció la ONU en 1947, no por la historia porque nunca hubo en la zona un estado palestino ni una población mayoritariamente palestina. Lo mismo con Israel. Para referirnos a un estado judío en la historia hemos de remontarnos a miles de años atrás. Pero la ONU estableció el estado de Israel también en 1947. La barbarie de la acción bélica de Israel no debería hacernos olvidar los atroces y sanguinarios atentados terroristas que la OLP, Septiembre negro y otros llevaron a cabo contra intereses israelíes durante décadas porque le negaban a Israel el derecho a existir y eso hizo que Israel pensara que nunca estaría seguro con esos vecinos. Israel merece ahora una condena como la merece Hamás que controla Gaza. Pero atentar contra la integridad de unos ciclistas no nos hará estar del lado bueno ni conseguirá que se termine la guerra.