Leer la prensa no es un gesto nostálgico; es, o debería ser, un hábito democrático. Si queremos jóvenes informados —capaces de distinguir noticia de rumor, contexto de simplificación y realidad de manipulación— debemos reivindicar la lectura crítica de prensa como práctica cotidiana, no como reliquia de otra época.
Hoy los jóvenes consumen información de formas muy distintas a las de sus padres: la mayor parte llega por pantallas y redes. En la Unión Europea, el 97 por ciento de las personas de 16 a 29 años usa internet a diario; y para un amplio porcentaje de jóvenes la red es la vía principal para seguir las noticias, según un informe de la Comisión Europea de julio de este año. El problema es de dónde obtienen las noticias. Una encuesta de la Eurocámara muestra que una parte muy relevante de jóvenes recurre a las redes sociales como fuente informativa, lo que aumenta su exposición a desinformación y mensajes polarizados. La única solución es promover la lectura de prensa entre jóvenes, lo que exige medidas prácticas: educación mediática en los colegios, facilitar el acceso a contenidos de calidad y modelos editoriales que traduzcan profundidad a formatos digitales atractivos. En Baleares, la Asociación de Periodistas ha impulsado las dos primeras ideas. Acaba de poner en marcha la segunda edición de su proyecto de fomento de lectura de prensa para jóvenes, con el apoyo de la Dirección General de Joventut del Govern por el que los jóvenes de 16 a 30 años pueden beneficiarse de una suscripción gratuita durante tres meses a un periódico balear digital de pago. Frente a las redes sociales y su inmediatez, la prensa seria estructura la información, la contrasta y la verifica.
Este hábito es, además, un indicador social que no es estrictamente económico, pero sí cívico: países donde una mayor proporción de ciudadanos consulta medios fiables tienden a tener procesos públicos —desde deliberación política hasta rendición de cuentas— más maduros y transparentes. La correlación no es mágica, pero es real: la calidad de la información pública influye en la calidad de las decisiones colectivas, según Reuters y la Universidad de Oxford, que en su último informe detectaron un consumo creciente del video como la fuente principal para las noticias online en los grupos jóvenes. Y el epicentro de ese consumo se da en las plataformas (72 por ciento) y no en los sitios web de los medios (22 por ciento).
Leer la prensa es leer la vida pública con más herramientas. Para una sociedad que aspira a ser democrática, no es un lujo cultural: es una inversión en ciudadanía. Sin olvidar que los jóvenes son el futuro.