Mucho ha cambiado España, desde luego. No es que seamos más los que en ella nacimos, es que somos muy distintos los que en ella residimos. Ya no somos ahora, ni por asomo, quienes ayer fuimos. Esa es la verdad. Y los cambios no son periféricos. Las mutaciones son profundas. ¿Cuáles citar?
Citaré las siguientes: 1) Ya nos mueven más las opiniones que las argumentaciones; los comentaristas han sustituido a los analistas y las declaraciones viscerales a las razonadas; una emoción pesa más que una convicción. 2) Ya los relatos son más decisivos que los hechos; no importa lo que haya sucedido, importa el relato que se hace de lo que se dice que sucedió. 3) Ya las estrategias reemplazaron los programas, y son las tácticas las que superan las estrategias; un táctico hábil obtiene más resultados que un experto documentado. 4) Las leyes ya no se aprueban en parlamentos democráticos que representan la voluntad popular según el resultado de los votos, sino según el resultado de los pactos consensuados en habitaciones reducidas según conveniencias partidistas. 5) Ya aprendimos a sentenciar antes de examinar; dictamos sentencias antes que el juicio se inicie o la cuestión se plantee; sospechar tiene más solvencia que sopesar. 6) Ya la calma ha cedido el paso a la aceleración y ya no resistimos la pausa, todos nos hemos casado con la prisa y con ella nosotros andamos y a otros atropellamos.