Tras meses de días de sol y temperaturas álgidas, el equinoccio de otoño empieza a asomarse en el calendario. Las jornadas más refrescantes acompañadas de noches ligeras y brisas tranquilas empiezan a llegar. Dar la bienvenida a una nueva estación es siempre algo emocionante, preparar el armario, llenar la nevera con frutas y verduras de temporada... Es en otoño cuando las hojas de los árboles comienzan a desprenderse, los termómetros bajan, se acortan las horas de luz solar y regresan las tardes de manta.
Con gran parte del verano a las espaldas, ponemos la mira en lo siguiente. El otoño oficialmente comienza el 23 de septiembre a las 8 horas 50 minutos hora peninsular según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional. Este cambio de estación se debe al fenómeno astronómico del equinoccio, el momento del año en los que el Sol está situado en el ecuador celeste. El punto equinoccial sucede dos veces al año, entre el 19 y el 21 de marzo y en mitad del 21 y el 24 de septiembre. Su inicio en concreto varía según la ocasión, depende de factores como el tiempo que tarda la Tierra en dar la vuelta por completo al Sol o los días en total que tiene el calendario de ese año, es decir, si es bisiesto o no.
En el momento en que el otoño comienza en el hemisferio norte, en la parte sur da inicio la primavera. Esta temporada se alargará hasta el 22 de diciembre, momento en el que tiene lugar el solsticio de invierno. Pese a que las fechas sí determinan los días oficiales de cambio de estación, factores como la temperatura o las precipitaciones van condicionados por otros aspectos ambientales. Además, en algunas zonas hay indicios de que el cambio climático está modificando la duración y la intensidad de las estaciones, como indica Naciones Unidas, «las temperaturas más cálidas están cambiando los patrones climáticos y alterando el equilibrio normal de la naturaleza». En efecto, el desajuste climático tiende a extender la sensación de verano y acelerar la llegada del invierno.