Transformar una habitación pequeña para que no parezca reducida es todo un desafío para arquitectos y diseñadores de interiores. La clave reside en generar un entorno que potencie la sensación de amplitud visual sin necesidad de aumentar los metros cuadrados ni realizar reformas costosas. Esta premisa es fundamental para quienes habitan pisos o viviendas donde el espacio es limitado, especialmente en ciudades donde el valor inmobiliario al metro cuadrado es alto.
Para conseguir que una estancia pequeña no se perciba como un espacio agobiante, existen distintos métodos sencillos, pero efectivos, que se vienen aplicando desde hace años y que se han consolidado como estándares en el diseño contemporáneo. Estos consejos, compartidos por el arquitecto Pablo Borraz en redes sociales, se centran en materiales, colores, iluminación y aprovechamiento de la verticalidad.
Los tonos y colores claros en paredes, techos y suelos son el primer paso necesario para lograr una sensación de mayor espacio. Colores neutros como el blanco, beige, gris claro o cremas facilitan la reflexión de la luz y expanden visualmente la habitación. El empleo de tonalidades saturadas o muy oscuras suele reducir la percepción espacial, aunque algunas combinaciones pueden funcionar si se usan con prudencia y equilibrado.
Importancia de la iluminación natural y artificial
La iluminación es un elemento crucial en cualquier estancia, pero en los espacios pequeños cobra aún más importancia. La luz natural favorece la apertura de ambientes, por eso se recomienda evitar telas gruesas en las ventanas. Cortinas ligeras y translúcidas permiten que entre la luz de manera uniforme y suave, evitando contrastes que acortan visualmente las dimensiones. En caso de falta de luminosidad exterior, la incorporación de fuentes de luz artificial bien distribuidas, como lámparas de pie o de pared, puede complementar eficazmente.
Un recurso muy utilizado en España y otros países es la colocación estratégica de espejos, que actúan como multiplicadores de luz y profundidad. Un espejo bien ubicado no solo refleja la iluminación, sino que también genera una sensación de doble espacio, dando al ojo una mayor percepción de amplitud. Es conveniente seleccionar espejos de tamaño adecuado y formatos verticales para potenciar esta función.
Selección de mobiliario y aprovechamiento del espacio vertical
Elegir muebles adaptados a la escala de la habitación es otro factor determinante. Los muebles ligeros y de diseño minimalista permiten que el espacio fluya, mientras que piezas voluminosas o demasiado oscuras limitan visualmente la habitación. En este sentido, las piezas multifuncionales o con espacio de almacenamiento incorporado son ideales para mantener el orden y la limpieza visual.
Además, la verticalidad es un recurso para ampliar la sensación espacial. Colocar estanterías estrechas y altas, lámparas suspendidas o cortinas que vayan desde el suelo hasta el techo orientan la mirada hacia arriba, haciendo que el techo parezca más alto y, en consecuencia, la habitación más amplia. Este efecto es aún más notorio cuando se combinan con colores claros en paredes y techos.
Tener sensación de amplitud es una ilusión óptica nada más, lo que se necesita son metros cuadrados de espacio real y no tener que vivir en el cuarto de las escobas.