En España, el mercado inmobiliario enfrenta una presión sin precedentes derivada de una demanda embalsada que lleva años acumulándose. Según explica el economista Gonzalo Bernardos, la tasa de jóvenes con propiedad de vivienda ha disminuido drásticamente, dejando una masa considerable de potenciales compradores a la espera de condiciones más favorables. Durante el periodo desde 2008 hasta hoy, menos jóvenes españoles han logrado comprar una vivienda, generando una gran bolsa de demanda acumulada que supera el millón de hogares. Esta situación plantea importantes interrogantes respecto a la evolución y equilibrio del sector inmobiliario nacional.
Bernardos ha señalado que, en caso de que se repitan condiciones financieras similares a las de mediados de la década pasada, la demanda embalsada podría llegar a afectar a 1,5 millones de familias. Sin embargo, con los tipos de interés actuales y las condiciones más restrictivas, esta cifra se estima en alrededor de un millón, una cifra igualmente significativa.
Contexto del mercado inmobiliario en España
Para entender la magnitud del fenómeno, es necesario analizar las cifras de acceso a la propiedad en diferentes franjas de edad. En 2007, según el economista, el 75% de los españoles entre 30 y 44 años eran propietarios de una vivienda. En comparación, en 2023 este porcentaje descendió hasta el 57%, mostrando un descenso acusado en disponibilidad de vivienda propia entre adultos jóvenes. En el segmento de 16 a 29 años, la diferencia es aún más evidente. En 2007, el 59% de esta franja de edad estaba independizada, frente al 29% registrado en 2023. Esto refleja dificultades persistentes para que los jóvenes den el salto a la vivienda propia, lo cual contribuye a la acumulación de una demanda embalsada significativa que afecta a la estructura residencial española en 2025.
Otro aspecto a considerar es la oferta disponible. Actualmente se están iniciando alrededor de 170.000 viviendas nuevas al año, una cifra claramente insuficiente para absorber toda esta demanda reprimida. La falta de vivienda nueva, sumada a las limitaciones en la oferta existente, genera un escenario con presiones inflacionistas y escasez para compradores potenciales. Más allá de las cifras, el mercado inmobiliario español se enfrenta a otros condicionantes importantes. Entre estos destaca el incremento del interés por parte de compradores extranjeros, que elevan la demanda particularmente en grandes ciudades y zonas turísticas.
Por otro lado, la oferta de alquiler se encuentra en niveles mínimos, lo que reduce las alternativas para personas que no pueden acceder a la propiedad. Esto también agrava la presión sobre el mercado de compra, creando ciclos de tensión en los precios y la disponibilidad. Además, la disponibilidad de suelo urbanizable para nuevas promociones continúa siendo limitada. Las transformaciones urbanísticas suelen requerir varios años desde la planificación hasta la ejecución, retrasando la incorporación de nueva oferta a la cartera inmobiliaria del país.
Una complicación adicional es el temor de muchos propietarios a alquilar sus inmuebles por el riesgo de okupación, lo que contribuye a que un porcentaje mayor de viviendas permanezca sin circular en el mercado, reduciendo aún más el stock disponible para alquiler o venta. Finalmente, el papel del gobierno también es relevante. Según Bernardos, las políticas públicas están actualmente paralizando la expansión sectorial, frenando el desarrollo y ralentizando la llegada de nuevas viviendas. Esta situación genera incertidumbre en promotores y compradores, que buscan señales claras para invertir.
MallPues sólo se equivocó una vez en 2010 o 2011