No es la primera vez que la posibilidad planea sobre el tapete internacional, pero en esta ocasión las palabras de un destacado cargo de la administración rusa han encendido las alarmas. En concreto, el responsable de la diplomacia del Kremlin, el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, ha mandado un mensaje claro y directo a Moldavia con respecto a su estatus en la autónoma región de Transnistria, de mayoría rusa.
En una intervención en la televisión rusa Lavrov se ha comprometido a «hacer todo» para proteger a las comunidades rusófonas de Moldavia, algo que a priori suena bastante similar al argumento de amparo a los hablantes rusos del Donbás, hoy epicentro de duros combates por el control de la región díscola ucraniana.
En concreto, el canciller ruso ha advertido de que cualquier acción contra lo que ha calificado de «fuerzas de paz» rusas presentes en Transnistria se considerará un ataque contra la propia Rusia. «Todos deben entender que cualquier acción que ponga en peligro la seguridad de nuestros militares se considerará, de acuerdo con el Derecho Internacional, como un ataque sobre Rusia».
El aviso no es baladí y el ministro de Exteriores ruso ha citando como ejemplo la Guerra de los Cinco Días en 2018 en Osetia del Sur. «En lo que respecta a nuestros intereses, nuestras fuerzas de paz están estacionadas allí (...) protegiendo el depósito de municiones más grande de Europa en Kolbasna», ha dicho Lavrov en declaraciones recogidas por la agencia Interfax.
La región separatista de Transnistria, con población mayoritariamente rusa y ucraniana, cobró de nuevo protagonismo en el tablero político tras la invasión de Ucrania. Su cercanía con el Kremlin y su importante posición geoestratégica ha levantado los recelos de Kiev, que sospecha que Moscú podría utilizar este territorio para entrar a través del suroeste de sus fronteras.