El jefe de la Guardia Presidencial de Níger, Abdourahmane Tchiani, ha sido nombrado este viernes como líder de la junta militar instaurada tras el golpe de Estado del miércoles, que derivó en la destitución del hasta ahora mandatario Mohamed Bazoum, quien continúa retenido por los sublevados en la sede del Palacio Presidencial en la capital, Niamey.
El nombramiento ha sido anunciado en un mensaje leído por la cadena de radiotelevisión nacional, tras dos días de especulaciones sobre el papel del jefe de la Guardia Presidencial, quien ocupaba el cargo desde 2011, cuando fue nombrado por el predecesor de Bazoum, Mahamadou Issoufou. El propio Tchiani ha defendido durante su comparecencia las acciones de los amotinados y ha recalcado que la junta, conocida como Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria (CNSP), «ha puesto fin al régimen de la Séptima República» por «la única voluntad de preservar la querida patria».
Así, ha lamentado «la continua degradación de la situación de seguridad en el país, sin que las autoridades derrocadas hayan permitido una verdadera solución a la crisis» y ha denunciado «la mala gobernanza a nivel económico y social». Tchiani ha criticado así «un discurso político sobre la situación de seguridad por parte de algunos políticos a nivel e internacional que quieren presentar que todo está bien y bajo control, al margen de la dura realidad de la inseguridad», tal y como ha recogido el diario nigerino 'Le Sahel'.
«Los ataques mortales y traumáticos en Bosso, Inates, Chinagoder, Anzourou, Bakorat y otros lugares nos recuerdan (...) esta realidad a diaria», ha manifestado, antes de plantear si «es posible seguir con la misma postura, los mismos actores y los mismos resultados». «Nosotros, el CNSP, respondemos con una firme negativa», ha argüido.
De esta forma, ha hecho hincapié en que «la postura actual sobre seguridad no ha permitido dar seguridad al país a pesar de los grandes sacrificios aceptados por los nigerinos y el apoyo apreciable y apreciado por parte de socios internacionales». «Los resultados no están a la altura de la voluntad de los nigerinos», ha resaltado.
Por ello, ha incidido en que los militares «han decidido intervenir y asumir sus responsabilidades, no sin haber intentado en numerosas ocasiones, en línea con un papel militar, llamar la atención de los altos cargos sobre la incoherencia y ineficacia de su gestión política de los asuntos de seguridad en el país». El nuevo líder de la junta militar ha denunciado además «la liberación extrajudicial de múltiples altos cargos terroristas sin garantía alguna» y ha lamentado que la actual política antiterrorista «excluye toda colaboración real con Burkina Faso y Malí».
Tanto Malí como Burkina Faso han sido escenario de varios golpes de Estado entre 2020 y 2022 que han supuesto la instauración de juntas militares que se han distanciado de Francia y se han acercado a Rusia, incluido el envío de mercenarios del Grupo Wagner a territorio maliense. En otro orden de cosas, Tchiani ha lamentado la crisis socioeconómica y ha denunciado casos de corrupción y nepotismo, antes de hacer n llamamiento a «la serenidad, la calma y la vigilancia» para permitir a la junta militar «superar los desafíos a nivel socieconómico y de seguridad». Por último, ha incidido en que el CSNP «tiene voluntad de respetar todos los compromisos internacionales suscritos por Níger, así como los Derechos Humanos» y ha reclamado a los «socios y amigos» de Níger que «tengan confianza» en las fuerzas de seguridad «en esta etapa crucial en la vida del país».
Tchiani, también conocido como 'Omar Tchiani', es considerado como una persona cercana a Issoufou, quien creó esta fuerza paramilitar para hacer frente a posibles intentonas golpistas en el país, sacudido hasta la fecha por cinco golpes exitosos desde su independencia de Francia en 1960. Esta fuerza, integrada por unos 700 militares y que cuenta con armamento sofisticado, fue heredada posteriormente con reticencias por parte de Bazoum, quien habría planeado apartar a Tchiani en el marco de una remodelación de las fuerzas de seguridad, según ha informado el diario nigerino 'L'Enqueteur'.
El propio Tchiani fue vinculado a una intentona en 2015 contra Issoufou, si bien un tribunal le absolvió en 2018 de cualquier papel en la trama. Posteriormente, fue considerado una figura clave a la hora de desarticular otra asonada días antes de que el propio Bazoum jurara el cargo en 2021, cuando el país completó su primera transferencia pacífica de poder desde la independencia.
Por su parte, Bazoum afirmó el jueves que los nigerinos «amantes de la democracia» trabajarán para «salvaguardar los logros obtenidos» en el país durante los últimos años, mientras que el ministro de Exteriores de Níger, Hassoumi Massoudou, abogó por un proceso de diálogo y destacó que el presidente sigue siendo el líder «legal» y «legítimo» del país africano. La asonada arrancó a primera hora del miércoles, cuando un grupo de miembros de la Guardia Presidencial -encabezada por Oumar Tchiani desde 2011- bloquearon los accesos al Palacio Presidencial.
Durante la madrugada del jueves anunciaron el cese de Bazoum -que sigue retenido- y la suspensión de la Constitución, una declaración «suscrita» horas después por el Estado Mayor del Ejército. El golpe ha provocado una catarata de condenas por parte de la comunidad internacional -Naciones Unidas, la Unión Africana (UA), la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), la Unión Europea (UE) y países como Estados Unidos, España y Francia-, que han reclamado la liberación de Bazoum y la conservación del orden constitucional.
Níger es un aliado clave de varios países occidentales, incluidos Estados Unidos y Francia, en la lucha contra el yihadismo en África Occidental y hasta ahora ha logrado evitar la inestabilidad política que ha afectado a otros países de la región por la inseguridad. Burkina Faso, Malí y Chad se han visto afectados por diversas asonadas, varias de ellas por el descontento entre los militares por la lucha contra el terrorismo. El país hace frente a la amenaza terrorista en el oeste por parte de la rama de Al Qaeda en Malí, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), y Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS). Asimismo, la región de Diffa, bañada por el lago Chad, es escenario de ataques con relativa frecuencia por parte de Boko Haram y de su escisión, Estado Islámico en África Occidental (ISWA).