Los miembros del Parlamento taiwanés protagonizaron un intenso enfrentamiento, que incluyó agresiones físicas e insultos, por el intento de la oposición de aprobar una serie de reformas que dotarían al Legislativo de un mayor poder de control sobre el Gobierno. Estas disputas se extendieron durante más de doce horas y culminaron en la medianoche del sábado, cuando el presidente del Yuan Legislativo (Parlamento), Han Kuo-yu, optó por finalizar la sesión y postergar la votación de las enmiendas al próximo martes.
La intención de abordar estas reformas tuvo lugar a falta de pocos días para que el mandatario electo y actual vicepresidente de Taiwán, William Lai (Lai Ching-te), asuma el cargo de presidente ante la atenta mirada de China, que considera a la isla como una «provincia rebelde». Una jornada maratoniana La oposición, que cuenta con 62 de los 113 escaños del Parlamento, pretende otorgar mayores poderes de control al Legislativo sobre el Gobierno con varias iniciativas, entre ellas una polémica normativa que podría sancionar a los funcionarios que mientan en sede parlamentaria.
El principal partido de la oposición, el Kuomintang (KMT), en connivencia con el minoritario Partido Popular de Taiwán (PPT) y otros dos legisladores independientes, hizo valer su mayoría para tratar de aprobar su versión de las reformas directamente en segunda lectura, desoyendo la petición del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP) de revisarlas línea por línea. El conflicto arrancó incluso antes del comienzo de la sesión: varios legisladores de la oposición llevaban acampando desde el miércoles frente a la sede del Legislativo para asegurarse de que los parlamentarios del PDP no pudiesen entrar primero y modificar el orden del día.
Tras varias trifulcas en los accesos al edificio, la sesión empezó a primera hora de la mañana, pero el caos se apoderó rápidamente de la sala, con legisladores del oficialismo y la oposición intercambiándose golpes, empujones e insultos en más de una ocasión. Las negociaciones entre los grupos discurrían en paralelo a escenas dantescas, entre ellas la protagonizada por el legislador del PDP Kuo Kuo-wen, que en un momento de la tarde arrebató los documentos de los proyectos de ley al secretario general del Yuan Legislativo, Chou Wan-lai, y salió corriendo de la sala para obstruir el proceso.
Casi al término de la jornada, que transcurrió entre tensiones y recesos constantes, seis legisladores -cinco del PDP y uno del KMT- abandonaron la Cámara para recibir asistencia hospitalaria y cientos de personas, en su mayoría jóvenes, se reunieron de forma espontánea en los alrededores del edificio para protestar por lo sucedido. «Bajo los enormes recursos y la presión del partido gobernante, el grupo del KMT y del PPT persistieron en luchar hasta el final, sobreviviendo a amenazas e intimidaciones y tomando el primer paso en la reforma parlamentaria», aseguró el líder del grupo del KMT, Fu Kun-chi, tras el final de la sesión.
El presidente electo, del PDP, manifestó en la madrugada del sábado su «preocupación» por el Yuan Legislativo y por el «futuro» de Taiwán, al tiempo que expresó sus «condolencias» a los parlamentarios que resultaron heridos. «Ante el injusto procedimiento del Legislativo, todos hemos luchado hasta el último minuto, demostrando nuestra firme voluntad de defender la democracia», aseveró Lai en su cuenta oficial de Facebook. «A falta de menos de dos días para mi toma de posesión, me gustaría decir a todos mis compatriotas que respetaré la Constitución y cumpliré los deberes que el pueblo me ha confiado.
«También espero que vuelvan las discusiones racionales entre los partidos del Parlamento, para que se pueda restablecer la armonía en el funcionamiento del Legislativo y se pueda alcanzar el mayor consenso posible» subrayó. Lai, considerado como un «independentista» y un «alborotador» por China, se convertirá el próximo lunes en el quinto presidente democráticamente elegido de Taiwán en sustitución de la actual mandataria, Tsai Ing-wen, quien abandonará el cargo tras ocho años como presidenta. Sin embargo, el PDP ha perdido su mayoría parlamentaria y la oposición trata de imponer su agenda en varios asuntos sensibles, como el intento de poner freno a los aumentos en los precios de la electricidad o el impulso de un plan de infraestructuras valorado en 2 billones de dólares taiwaneses (62.000 millones de dólares, 57.100 millones de euros).