El inicio de la semana ha venido acompañado de un repunte significativo en los principales índices bursátiles de Estados Unidos. El S&P 500 alcanzó la zona de los 6.740 puntos, mientras que el Dow Jones se ubicó en torno a los 46.700 y el Nasdaq escaló hasta los 25.190. Este avance reflejó un renovado optimismo de los inversores, quienes esperan que la temporada de reportes trimestrales del cuarto trimestre de 2024 y el primer trimestre de 2025 muestre resiliencia en sectores clave de la economía estadounidense, impulsando la confianza en el mercado global.
El impulso del mercado no solo provino de las expectativas corporativas, sino también de la esfera política. El presidente Donald Trump sugirió que las tarifas impuestas durante los últimos meses no eran sostenibles, lo que se interpretó como una señal de una posible flexibilización en la postura comercial de Washington. A esto se sumó la confirmación de una reunión con su homólogo chino, Xi Jinping, programada para finales de este mes de octubre, un encuentro que podría despejar el horizonte de las relaciones bilaterales.
Los comentarios positivos de ambos gobiernos dieron un respiro al sentimiento inversor. Funcionarios estadounidenses y chinos calificaron las conversaciones más recientes como «constructivas», lo que redujo el temor a una escalada arancelaria inmediata. Si bien no se espera una resolución completa en el corto plazo, el simple hecho de mantener el canal de diálogo abierto ha sido suficiente para sostener el apetito por el riesgo en los mercados globales, ofreciendo una ventana de estabilidad en un entorno volátil.
La calificación de «constructivas» por parte de ambas potencias económicas ha sido un bálsamo para los mercados. Estas declaraciones, emitidas tras las últimas rondas de negociaciones, han logrado mitigar la incertidumbre que rodeaba las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. La expectativa de que se puedan alcanzar acuerdos parciales o un marco de entendimiento más amplio ha inyectado una dosis de confianza en los inversores, que ven en la diplomacia una vía para desactivar posibles conflictos económicos.
En paralelo a la distensión comercial, los analistas han puesto el foco en el entorno macroeconómico internacional, con especial atención a China. A pesar de registrar un crecimiento más sólido de lo anticipado en el tercer trimestre de 2025, el gigante asiático mostró señales de moderación en su expansión económica. El ritmo de crecimiento fue el más lento registrado en el último año, es decir, desde el tercer trimestre de 2024, presionado por la desinflación y las persistentes tensiones comerciales. Esta dinámica genera preocupación sobre la sostenibilidad de la recuperación en el gigante asiático y su capacidad para mantener el ritmo de crecimiento que ha caracterizado su desarrollo en las últimas décadas.
La desaceleración china tiene implicaciones directas y profundas para la economía mundial. Su papel como principal consumidor de materias primas y su relevancia en las cadenas de suministro globales hacen que cualquier freno en su crecimiento impacte tanto en los mercados emergentes como en los desarrollados. Las bolsas asiáticas reaccionaron de forma mixta, con algunos índices avanzando gracias a los estímulos fiscales internos implementados por Pekín, mientras que otros retrocedieron ante la incertidumbre externa y las perspectivas de un menor crecimiento global.
En Estados Unidos, los inversores están atentos a la inminente temporada de reportes de ganancias del cuarto trimestre de 2024 y el primer trimestre de 2025, especialmente de gigantes tecnológicos y financieros. Estos resultados podrían marcar la pauta del mercado en las próximas semanas, ofreciendo una visión clara sobre la salud de las empresas y la economía en general. Al mismo tiempo, la Reserva Federal mantiene su discurso cauteloso, evaluando si las recientes señales de enfriamiento inflacionario permiten un ajuste menos restrictivo en la política monetaria.
Por su parte, los mercados de bonos mostraron estabilidad relativa, reflejando una percepción de menor riesgo inmediato por parte de los inversores. Esta calma en la renta fija contrasta con la euforia de la renta variable, sugiriendo que, si bien hay optimismo, también existe una base de cautela en el mercado. No obstante, los analistas advierten que los avances en renta variable podrían ser frágiles si no se confirman acuerdos tangibles en el frente comercial o si los resultados corporativos decepcionan las expectativas. La interconexión de los mercados globales significa que cualquier evento significativo, ya sea una noticia positiva sobre el comercio o un dato económico negativo de una gran potencia, puede tener repercusiones inmediatas. La fragilidad de las negociaciones comerciales y el ritmo más lento de crecimiento en China recuerdan que los riesgos no han desaparecido por completo. Su estabilidad económica es un factor clave para la prosperidad global.