«Me acuerdo de coger el café para bebérmelo en clase y a los diez minutos empecé a encontrarme mal». La joven de 21 años afectada por una crisis alérgica tras consumir una bebida contaminada por insectos en el aeropuerto de Palma se recupera en una clínica y explica lo sucedido. «Al llegar a la UCI a mi novio le dijeron: 'da gracias de que no haya llegado un cadáver'». Relata que los momentos más duros se produjeron durante el traslado en una UVI móvil, tras ser atendida primero por los servicios sanitarios de Son Sant Joan: «Fue cuando me puse peor, me empezó a doler la cabeza muy fuerte y empecé a convulsionar». También en la UCI, donde estuvo desde el lunes al miércoles por la mañana: «Lo pasé mal, verme sola, con todos esos tubos». Ahora está más aliviada, «por lo menos estoy acompañada», aunque todavía se queja de dolores y de las consecuencias de la crisis.
Prefiere no ser identificada. Como otras mañanas, compró un café en la máquina expendedora de la planta cero de Son Sant Joan y fue a tomárselo a clase. Comenzó a notarse mal tras pegar unos sorbos y fue al baño. «Al volver al aula moví el café y ví antenitas y alitas. Al poco tiempo le dije a mi compañera: 'No veo'». Su estado se agravó en pocos minutos: «Yo no me asusté tanto porque casi no me enteré. Perdí la conciencia».
Antes de ese momento: «Lo primero que hice cuando ví el café fue llamar a Delicorner (la empresa responsable) y me dijeron que acercara el móvil y que me devolvían los 50 céntimos. Lo hice con la buena fé de que no le pasara a otra persona, les dije que no quería el dinero solo que hicieran algo». Ahora, muestra su intención de continuar con la denuncia contra la empresa y evitar que se repita una situación similar a la que ella vivió.