Los padres de la acróbata mallorquina Marina Barceló, que murió el pasado sábado en Alemania al caer de su trapecio, encontraron un ramo de flores en el centro de la pista del circo Paul Busch, en la localidad alemana de Bautzen. Maite Cerdà y Gabriel Barceló todavía no han asimilado que su hija pequeña ya no está. Que Marina, la joven de 26 años apasionada del circo, falleció al precipitarse desde unos cinco metros de altura, delante de unas 100 personas, que acudieron a ver la función. Es el primer accidente mortal en un espectáculo circense alemán en los últimos 40 años.
«Su idea era acabar en un circo en Italia con más caché, más profesional. Mi hija amaba el circo auténtico, de espectáculo con animales. Marina era una mujer muy sensible», comenta Maite, su madre.
Autónoma
Marina no era asalariada del circo Paul Busch, que se fundó en el año 1884. «Era autónoma y cobraba por día de actuación». La tarde del sábado 27 de septiembre, recuerdan sus padres, no había ninguno de sus compañeros presenciando la función. «Una espectadora vio que estaba en el trapecio y hacia un ejercicio en el que tenía que enrollarse tres veces. Solo se desenrolló dos y cayó de cabeza contra el suelo. Intentaron reanimarla, pero murió en el acto».
La joven, según explican sus padres, invertía todo lo que ganaba en trapecios y aparatos para el circo. «Lo último que se había comprado fue un Hula hoop». La acróbata, que trabajaba como artista de circo desde el año 2018, era una persona «muy activa» que estaba «muy feliz haciendo lo que ella quería». Su madre le regaló una máquina de coser y se confeccionaba sus propios vestidos para actuar. Era autodidacta, aprendió sola a hablar alemán.
La joven estudió en el colegio público Es Vivero y después en el instituto de Son Rullan. Hizo la carrera de arte dramático en la Escola Superior d’Art Dramàtic de les Illes Balears (ESADIB), donde hoy guardarán un minuto de silencio en recuerdo de Marina. «Son días muy tristes para nuestra escuela. La pérdida de una antigua alumna nos ha golpeado profundamente. Queremos expresar las más sinceras muestras de apoyo y nuestro pésame a familiares y amigos en este momento tan duro», publicó la ESADIB en Facebook.
Durante la pandemia de la Covid 19 se trasladó a Holanda para hacer un Erasmus y al regresar hizo un curso en Max Teatro Musical. Continuó su formación en el circo Stromboli, donde le salió la oportunidad para sustituir a una artista del circo Raluy de Barcelona.
Caravana
Marina trabajó en hoteles hasta que se hizo artista de circo profesional y actuó en escenarios de España, Andorra, Polonia y Alemania. «Se fue a Alemania a vivir y se quería comprar una caravana de segunda mano que tenía goteras. Nosotros le ayudamos para que adquiriera una nueva», cuentan sus padres, que se han desplazado a Alemania con su hijo mayor, de 29 años.
Los progenitores de la joven sienten rabia por publicaciones que han leído en algunos periódicos y, también, en las redes sociales. «Algunos se han aprovechado de la situación, gente que ni tan siquiera la conocía que solo busca audiencia y publicidad. Jamás imaginamos que fuera a tener tanta repercusión en medios de España, Alemania o Países Bajos».
La vida de Marina Barceló, artista de circo, acróbata y bailarina, se truncó a las 17.45 horas del sábado pasado cuando cayó de su trapecio, desde unos cinco metros de altura, a la pista del circo Paul Busch, que tenía previsto ofrecer varios espectáculos en la ciudad de Bautzen. El circo canceló sus funciones después del accidente y colocó en la taquilla un mensaje que anunciaba el cierre por duelo.
Un homenaje en el circo Stromboli
Los padres de Marina Barceló entregarán todos los aparatos que utilizaba la acróbata al circo Stromboli, donde dio sus primeros pasos como artista circense. Allí le harán próximamente un homenaje al que podrán asistir sus compañeros y amigos. «Era una chica muy abierta y sociable», recuerda su madre. La joven siempre contaba con sus padres para cualquier cosa. Los visitaba dos o tres días y después volvía a viajar. «Se programaba todo, tenía muchísimos amigos y una gran vida social».
Cuenta las malas lenguas que un circo gitano-rumano hacía pasar tanta hambresa sus animales del espectáculo, que se llegaron a comer al amaestrador . Cuando le preguntaron a las autoridades si fueron los 3 Tigres resulta que no, que fue el burro.