Javier Puig describió en el Foro las experiencias que le motivaron para llegar a ser diplomático: las campañas del Domund, los viajes familiares al extranjero, descubrir el buque escuela del Sulfanato de Omán en el puerto de Maó o conocer a Luis Alejandre en El Salvador, cuado dirigía una misión militar de la ONU. Citó a Max Aub para asegurar que «uno es de donde ha hecho el Bachillerato», lo que le llevó a recordar el peso formativo de sus profesores. Hasta que superó las oposiciones, tras cuatro años de trabajo no remunerado.
Sobre el ejercicio diplomático, dijo que «cambiar cada cuatro años de país, de trabajo, de entorno y contexto obliga a un esfuerzo para reinventarse, lo que es muy motivante». Recordó que en Túnez han habido otros diplomáticos menorquines, como Francisco Seguí y Arnoldo Soler.
Destacó que «el talento se atrae» y se refirió a los atractivos y handicaps que se plantean en la Isla.