El renovado Plan Insular Territorial (PTI), aprobado definitivamente el mayo pasado, permite a los llocs ofrecer el servicio de agroestancias. Esto abre la puerta a que las explotaciones agrarias ubicadas en las proximidades del Camí de Cavalls puedan diversificar su actividad, eso sí, sin dejar nunca de lado la vertiente agraria o ganadera.
La Ley Agraria de 2019 ya contemplaba las agroestancias, si bien no las reglamentaba, algo que ha dificultado su implantación. De hecho, desde entonces solo dos fincas, Lloc Nou (Ciutadella) y Biniaumaia (Es Mercadal), solicitaron licencia, y otras que mostraron interés desistieron por las exigencias para las autorizaciones y por la ausencia de un reglamento que regulara la actividad.
Esto es, precisamente, lo que hace el nuevo PTI, diferenciando, en el entorno rural, entre hoteles rurales (con un máximo de 50 plazas turísticas), agroturismos (24 plazas) y agroestancias, con un tope de seis personas, para pernoctaciones con desayuno, pero sin comidas ni cenas.
Precisamente, quien fuera presidente de la Federación Agrícola y Ganadera de Menorca (Fagme) hasta 2021, Pau Bosch, impulsó la primera iniciativa de agroestancia, en el Lloc Nou. Una experiencia que tilda de positiva, ya que permite complementar la renta agraria del agricultor, a la vez que sirve para dar a conocer la realidad del sector primario, a un cliente que tiene interés en ello.
Esto lo valoran asociaciones agrarias como Agrame o Fagme. Lluís Nadal, presidente de la Asociación de Empresarios de Explotaciones Agrarias de Menorca, cree que puede suponer «una entrada de dinero que siempre es necesario», pero también ve que «en la práctica puede ser difícil compatibilizarlo con la actividad agraria». Además, requerirá de alguna inversión para «tener la casa en condiciones para recibir huéspedes, sin saber si lo amortizarás».
En Fagme, la cuestión de las agroestancias no se ha analizado todavía, «ningún socio nos ha expresado su interés». No obstante, su presidenta, Catalina Pons, ve que es una opción a considerar, siempre que se disponga de espacio para ello, ya que no se permite la construcción de nuevas edificaciones. «En mi casa, por ejemplo, no tenemos estancias disponibles, pero en aquellas fincas que las tengan, o haya una caseta anexa, se puede habilitar».
Esta opción, como vía para dar alojamiento a senderistas del Camí de Cavalls, dependerá en cualquier caso a su situación, ya que «no todas las fincas están cerca», concluye Pau Bosch, alejado hoy de la actividad agraria.
El PTI también recoge, para el Camí de Cavalls, la posibilidad de establecer «pequeñas áreas de avituallamiento, aparcamientos de bicicletas con servicios asociados a la utilización de éstas, que complementan las actividades recreativas, educativas, culturales o científicas».
Turismo activo
Estos espacios podrán ser «pequeñas construcciones móviles/desmontables para ofrecer servicios de aseo, y/o pequeños puntos de avituallamiento, alquiler de bicicletas, etc, para dar servicios de turismo activo», según reza la norma territorial.
Sobre esta cuestión, Lluís Nadal señala que el Camí de Cavalls, fuera de sus tramos urbanos, carece de cualquier servicio, por lo que sería conveniente mejorar en este sentido. Por otro lado, coincide con Catalina Pons en la necesidad de optimizar la seguridad en todo el trazado, con un mejor mantenimiento del sendero, pues hay muchos tramos maltrechos.
El apunte
«En invierno costaba, pero en verano venía gente interesada en conocer la actividad agraria»
«En invierno costaba más, pero en verano venía bastante gente», explicaba ayer Pau Bosch, quien impulsó las primeras agroestancias en Menorca. Eran familias, parejas o grupos de amigos, «a veces venían para descansar y desconectar, pero la mayoría tenía interés en conocer el funcionamiento de la actividad agraria, los animales, saber qué cultivábamos». De hecho, ese es el planteamiento de las agroestancias, ser un lugar para dar a conocer lo relacionado con el mundo rural. «Supone trabajo, pero nos daba un complemento a la renta agraria», admite Bosch.