Cuatro meses de gobierno y dos crisis. El Consell vuelve a estar inmerso en una crisis de gobierno. Es la segunda desde que a principios de julio Adolfo Vilafranca fuera nombrado presidente del Consell. La primera explosionó hace dos meses por el escándalo por el uso privado por parte de la directora insular Marta Febrer de las instalaciones del Llatzeret, y la de ahora por la petición de cese de otro director insular, Ricardo Galí, por parte de su propia consellera Maite de Medrano (Vox). Una destitución, que al menos hasta ahora, ha contado con la oposición del PP, según ha manifestado la propia consellera de Vox y de momento no se ha producido.
La primera crisis se resolvió de manera rápida, con el cese de Marta Febrer el mismo día que este diario publicaba en primicia que había utilizado el Llatzeret para celebrar la fiesta de cumpleaños de su hija. La de ahora, se antoja más compleja. Para empezar porque no solo es un conflicto entre el director insular y su consellera, que alega «una pérdida total de confianza». Si fuera eso, se hubiera cesado ya a Galí, que asumió su cargo el pasado 1 de agosto, y resuelto. La mala relación entre De Medrano y Galí no es de ahora y era más que evidente en los despachos de la Plaça de la Biosfera. De hecho, la propia consellera en su escrito dirigido al presidente Vilafranca no lo amaga, al asegurar que «vuelvo a solicitar» su destitución, lo que revela que ya lo había intentado antes sin éxito y que el PP parece que se ha posicionado más al lado del director insular.
Además, el pulso de De Medrano se produce justo después de que PP y Vox hayan protagonizado (y resuelto) su mayor crisis como socios del Govern balear, por la libre elección de lengua, que se ha saldado con la salida del diputado Xisco Cardona del partido de Abascal y el descabezamiento de Vox-Menorca, ya que Cardona era su coordinador insular. A nadie se le escapa que el encuentro que tuvo lugar el pasado viernes en Maó entre la cúpula regional de Vox y los militantes menorquines ha influido en el estallido de esta crisis. Ya sea porque el partido ha dado carta libre a De Medrano para emprender la batalla o por, el contrario, por que la consellera menorquina no ha recibido el respaldo de la dirección balear de Vox y ha lanzado por su cuenta un órdago al presidente Vilafranca, justo cuando acababa de marchar a Londres para participar en la feria World Travel Market. El tiempo dirá.
Un gobierno convulso desde sus inicios
Se trata de dos crisis de gobierno del Consell en apenas cuatro meses, en un Ejecutivo insular convulso desde sus inicios. Tras la victoria electoral del PP en mayo, y con la mayoría garantizada para formar un gobierno en minoría en el Consell, se produjo una situación insólita: una crisis de gobierno antes de formar el gobierno. Dos consellers electos, llamados y escogidos para gobernar (Manuel Morales y Elvira Capó), unas semanas antes de formarse el gobierno del Consell, renunciaron al acta, lo que obligó a que asumieran el cargo los siguientes en la lista: los actuales consellers Simón Gornés y Núria Torrent.
Pero no quedó aquí la cosa. Para hacer frente a esta primera crisis, el PP anunció ese mismo día cómo quedaría el organigrama del Consell. Habría los seis consellers electos del PP, más uno de ejecutivo. Y tres semanas después de este anuncio, a pocos días de que Vilafranca fuera nombrado presidente del Consell tuvo que remodelar el gobierno que tenía en mente, después de que el pacto regional firmado y diseñado en Palma entre PP y Vox contemplara un Govern balear en minoría del PP, a cambio de que Vox sí que entrara en el gobierno del Consell de Menorca y el de Mallorca.