Como ya ocurrió en 2009 tras la dimisión de Llorenç Brondo, la izquierda volvió a recuperar este viernes el gobierno de Ciutadella con el mandato ya iniciado. Lo hizo tras una multitudinaria y estridente sesión en la que, entre aplausos y abucheos sobreactuados, prosperó la primera moción de censura regulada por la Ley Electoral en vigor.
A la una y tres minutos, el candidato único propuesto por la izquierda, Llorenç Ferrer, supo que ninguno de los concejales del PSOE, el PSM y Ciutadella Endavant había fallado a su compromiso y se levantó de su asiento para, en presencia de la secretaria y las dos concejalas de la mesa de edad, prometer el cargo ante la Constitución. Dispuesto a «servir a todos» y a «corregir» el error de un año atrás, cuando el frustrado acuerdo de última hora había servido en bandeja la vara de mando al PP.
«Recuperamos el resultado de mayo de 2023», dijo Ferrer, para quien «un gobierno en minoría» como el que dirigía Juana Mari Pons «no puede resolver los problemas aunque quiera». A partir de hoy, destacó, el nuevo gobierno progresista tiene tres años para «demostrar» el sentido de haber impulsado la moción de censura.
Espectador de la tensa quincena vivida Dalt la Sala desde que el 5 de julio se registró la moción de censura en el Consistorio, agradeció «el apoyo y la paciencia» de su familia, «que me da los mejores consejos», y rogó que «se abra una nueva etapa y una nueva manera de hacer política en la que Ciutadella sea la única razón de ser». Entonces, citó al poeta Miquel Martí i Pol y se conjuró ante el numerosísimo público a emprender «un camino de trabajo, compromiso y servicio».
Para entonces, ya había cogido en sus manos la vara de mando que se encontró sobre la mesa y había ocupado la silla -entonces ya vacía- en la que se había sentado la alcaldesa saliente, Juana Mari Pons, la primera de los 14 alcaldes en la historia de la democracia en Ciutadella que ha sido expulsada por una moción de censura.
No hubo un solo gesto de felicitación. Nada. Cuando Ferrer dio por concluida la sesión, Juana Mari Pons se levantó y marchó por el lado de su bancada, mientras, a la izquierda del nuevo alcalde, Sandra Moll era la primera en felicitarle. El segundo, el presidente del Consell, Adolfo Vilafranca, quien se apresuró a subir para dar la mano a todos los miembros del nuevo gobierno.
Juana Mari Pons, que había intervenido durante diez minutos, más del doble de tiempo que el nuevo alcalde, dijo abandonar el cargo «con la conciencia tranquila y la cabeza bien alta», pero también dolida por sentirse víctima de la primera «moción de censura sin nada que censurar».
«Pierdo la alcaldía, pero gano la condición moral y la legitimidad social», dijo la ahora líder de la oposición. «No todo vale en política», espetó, disgustada por la «infamia», «la solución mágica que han hallado para corregir su gran error de hace un año». La izquierda -lamentó- «quiere gobernar a cualquier precio» y avisó que eso causará «inestabilidad: tres alcaldes en cuatro años, con diferentes programas y diferentes ideologías».
Ni Llorenç Ferrer (1966) ni Juana Mari Pons (1979), los dos grandes protagonistas de este nuevo capítulo en el crispado grial de la política municipal, se imaginaban la noche del 28 de mayo de 2023 que iban a ser alcaldes. El primero veía que podía reeditarse el gobierno de izquierdas, pero era el tercero de la lista del PSOE. Y la segunda había sido la más votada, pero los números no le alcanzaban para gobernar.
Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, y más aún en el Ayuntamiento de Ciutadella. El 17 de junio de 2023 a las diez de la mañana, dos horas antes de la sesión, Juana Mari Pons fue informada de que había fracasado la negociación entre PSOE y PSM y que sería alcaldesa. Y la doble renuncia de las dos primeras mujeres de la candidatura socialista (Carol Cerdà y Sandra Moll) han permitido a Llorenç Ferrer postularse como primer edil.
Tan inédita fue la moción de censura para todos que los cargos públicos fueron los primeros en llegar, tras ser advertidos que no se les reservaba banco alguno en el Salón Gótico. Ironías de la política, el senador y el diputado del PP guardaron sitio en el banco izquierdo de la primera fila al presidente del Consell, quien llegó media hora antes del inicio. En el banco de enfrente, el de la derecha, ya se habían sentado con más de una hora de antelación los diputados del PSOE, acompañados después por su secretaria general y el exalcalde Antoni Salvador, ajeno ya a cualquier militancia política.
Los errores de Esperança Juaneda a la hora de dar la palabra a las portavoces y los gritos entre el público de la antigua administrativa de la sede del PP («la silla y el dinero son lo único que queréis») le pusieron la sal a una sesión innecesariamente cargada. Pese a la escenificación constante -y audible- de ambos bandos, ni el jefe de Policía ni ninguno de los dos agentes dispuestos en el vestíbulo tuvieron que intervenir. Efectivamente, empieza una nueva etapa.
250 personas en la sala y puntas de 420 por YouTube
El pleno pasará a la historia también por ser uno de los más vistos. Cerca de 250 personas abarrotaron el Salón Gótico y otros cientos lo siguieron a través del canal municipal, que retransmitía en directo la sesión. El instante en que se proclamó alcalde a Llorenç Ferrer registró la mayor punta de audiencia, con 420 usuarios a la vez. La emisión ya sumaba a la noche 2.200 visualizaciones.
El apunte
«Soy nuevo y el cruce de reproches del pasado no me afecta»
En sus primeras declaraciones públicas tras ser proclamado, el alcalde Llorenç Ferrer remarcó que el hecho de ser relativamente nuevo en política -lleva apenas un año de concejal- le ayuda a que el cruce de reproches como el que centró este viernes el debate plenario no le «afecte».
Ferrer evitó censurar los comportamientos y actitudes del público y los ediles («ha sido un acto correcto, previsible, en el que cada uno ha podido expresar su voluntad y tener la actitud que ha querido») y destacó que se centrará en «trabajar y servir».
Comprometido en el ámbito social y deportivo, citó el lema del movimiento escolta y se propuso «dejar un mundo mejor del que me encuentre. ¿Cómo? Escuchando a todos y teniendo el despacho abierto a cualquier vecino. Es un orgullo ser el alcalde de todo el pueblo».
La prioridad, Es Born
Llorenç Ferrer insistió en que, más que palabras, el reto es «demostrar en estos tres años» el porqué del cambio de gobierno en Ciutadella. «Los errores están para corregirse y, como decía mi abuelo, solo los cangrejos andan para atrás». En este sentido, mencionó como una prioridad «básica» la peatonalización de la Plaça des Born, «que es lo que todos quieren».