En el Saló Gòtic no llegó la sangre al río y no fue necesaria la intervención de las dos unidades de la Policía Local presentes en las Casas Consistoriales. Eso no quita, que la sesión plenaria estuviera marcada por continuas interrupciones, provocadas desde uno y otro ‘bando'. Más que un salón de plenos, fue una barra de bar, con constantes faltas de respeto y una considerable falta de decoro, donde la presidencia, la mesa de edad (formada por las concejalas Esperança Juaneda y Carla Gener), apenas intervino un par de veces para reprimirlas y reclamar orden.
Unas 250 personas asistieron a la investidura del nuevo alcalde, Llorenç Ferrer. Todos los partidos con representación municipal estuvieron apoyados desde la bancada, pero de forma más destacada desde el PP. Además de cargos menorquines en distintas instituciones, como el senador Cristóbal Marqués, el diputado en Madrid, Joan Mesquida, las parlamentarias Maite Torrent y Salomé Cabrera, o el presidente del Consell, Adolfo Vilafranca, se contó con la asistencia del diputado en el Congreso y miembro de la directiva nacional del partido, Eduardo Carazo; el senador mallorquín Miquel Jerez; el portavoz popular en el Parlament balear, Sebastià Sagreras; o el diputado y vicesecretario de organización, Pedro Álvarez.
También el tripartito tuvo apoyos. Del PSOE, del portavoz en el Parlament, Iago Negueruela, del diputado nacional Pepe Mercadal y de los autonómicos, Pilar Carbonero y Marc Pons, o de los consellers insulares, Susana Mora y Bàrbara Torrent. De Més per Menorca estuvieron, por ejemplo, los consellers Noemí Garcia y Esteve Barceló, la diputada y exalcaldesa de ponent, Joana Gomila, además de integrantes de los tres partidos.
Una nutrida presencia de cámaras y fotógrafos revelaba la importancia de un acto que fue bronco. Los partidarios de cada partido, al principio más tímidamente, pero al final ya sin reparos, interrumpían con abucheos a los portavoces en sus intervenciones. Incluso, con expresiones de aprobación o desaprobación, según el caso, un «hala, venga!» dirigido a Sandra Moll (PSOE), un «xerra en menorquí!» para Maite de Medrano (Vox), un «gràcies!» a Juana Mari Pons (PP) o un «molt bé» a Maria Jesús Bagur (PSM). Comentarios que provocaban sonrisas o gestos de desaprobación en los ediles, según fueran a favor o en contra.
Al final, todo aplausos, abrazos y besos. En el sector de izquierdas, en torno al nuevo equipo de gobierno. En el conservador, como reconocimiento a la labor realizada por el equipo de Juana Mari Pons. Y mientras unos inmortalizaban con una foto la toma del poder en el Saló Gòtic, los otros hicieron un pasillo y dedicaron vítores a los depuestos a la salida del Consistorio.