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El Govern obvia 24 años de informes sobre la presión en Cala en Turqueta y hará su propia medición

‘Pasa' de los estudios del Consell y anuncia que pondrá cámaras para saber si está masificada

Imagen de archivo de la playa de Cala en Turqueta, una de las más famosas y concurridas de Menorca | Josep Bagur Gomila

| Ciutadella |

El Govern anunció este jueves que instalará cámaras con sensores de paso y tecnología wi-fi en Cala en Turqueta en la primera fase de su plan piloto para obtener datos sobre la masificación de las playas y sus bolsas de aparcamientos. «Dijimos que lo primero que necesitábamos para gestionar son datos, queremos información para tomar decisiones», defiende el vicepresidente del Ejecutivo, Antoni Costa, a pesar de que el Consell insular lleva casi un cuarto de siglo financiando informes en los que se viene poniendo de manifiesto un verano tras otro la sobresaturación que sufre una de las playas más famosas y concurridas del sur de Ciutadella, cuyo parking es el primero en llenarse en las mañanas de temporada.

El Ejecutivo de Marga Prohens anunció el pasado mes de mayo la creación de una mesa de trabajo para alcanzar un pacto social y político sobre las medidas a tomar para poner freno a la masificación turística. Antes quería recabar información sobre la realidad que están viviendo los espacios naturales de las Islas. Ocurre que en Menorca ha escogido una playa especialmente monitorizada primero por el Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam) y después directamente por el Consell. Desde el año 2000 existen datos que atestiguan la sobrefrecuentación que sufre el arenal, que ha superado continuadamente su llamada capacidad de carga al menos en los últimos 24 años, incluso en plena pandemia.

El último informe sobre «Uso público en las playas de la Biosfera de Menorca» es contundente. En la primera quincena de agosto del año pasado se juntaron hasta 583 personas en los 2.900 metros cuadrados de superficie hábil de la cala, llegando a más que doblarse la capacidad de carga del arenal, que en el histórico hay años en que ha triplicado esa presión máxima deseable con criterios ambientales. En el apartado de recomendaciones los redactores del informe –basado en un laborioso trabajo de campo– llaman a tomar medidas para evitar la masificación que sufre la cala, sobre todo cuando desembarcan golondrinas con una media de unas 200 personas en un espacio al que se puede acceder a través del aparcamiento (limitado a 120 plazas), el Camí de Cavalls y por vía marítima.

Antoni Costa, que este jueves anunciaba su plan piloto con la instalación de cuatro cámaras en Es Trenc (Mallorca) como primer paso, defiende que con esta tecnología se podrá saber cuántos coches hay en los aparcamientos y la cantidad de personas que hay en la playa. «Pensamos que en un futuro en el que cualquier ciudadano pueda conocer en tiempo real el grado de congestión de cualquier espacio natural o playa», aseguró Costa.

Informadores

En este punto cabe recordar que el Consell contrata año tras año un servicio de informadores que se encargan de controlar el acceso a los aparcamientos y de recabar información sobre su nivel de ocupación. Basándose en esos datos el Consell puso en marcha una aplicación web (AppPlatja) para que los ciudadanos puedan comprobar si quedan plazas libres en los aparcamientos de acceso a las playas vírgenes.   

El Ejecutivo autonómico ha tomado ahora las riendas y su intención es ir extendiendo cada vez por más lugares este sistema de monitorización, que de hecho había sido anunciado por el Consell hace años como parte del llamado proyecto Smart Island. Por el momento, las playas de Es Trenc, en Mallorca, Ses Salines, en Eivissa, y Cala en Turqueta, en Menorca, serán las que abran el camino.

El apunte

Desde el año 2000 nunca ha dejado de superar su capacidad de carga

Los estudios de uso de las playas de Menorca que encarga el Consell desde el año 2000 vienen señalando a Cala en Turqueta como una de las playas más sobrefrecuentadas de la Isla, algo que lejos de ser puntual se ha venido reiterando año tras año, incluso en plena pandemia. Se calcula que lo ideal es que haya un máximo de 290 personas (el parking tiene 120 plazas), pero algunos veranos, como el de 2017, se han llegado a contabilizar más de 850 personas.

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