Los trabajadores del Splash Sur Menorca, el parque acuático situado la urbanización de Biniancolla, han alzado la voz en defensa de la continuidad de la actividad de las instalaciones ante la posibilidad de que estas se cierren o precinten. El Splash reabrió este jueves sus puertas y recibió a sus primeros clientes desafiando las indicaciones del Ayuntamiento de Sant Lluís, que sostiene que el parque acuático no puede prestar servicios al carecer de la preceptiva licencia de actividad, anulada en cumplimiento de una sentencia judicial que dejaba sin efecto la declaración de interés general con la que se levantó en 2015.
En consecuencia, desde el Consistorio informaron que, tras la apertura del Splash, ahora se pone en marcha el procedimiento para llevar a cabo la clausura forzosa del parque acuático. «Es una amenaza directa a nuestro sustento, a la estabilidad de nuestras familias y a años de trabajo y esfuerzo», expresan los 319 trabajadores de Minura Hotels & Splash Sur Menorca en una carta que han enviado al Ayuntamiento y que han remitido a este diario por la «preocupación e incertidumbre» que supone para ellos esta amenaza.
Reconocen los empleados del parque acuático que «las normas están para cumplirse y respetamos profundamente el papel de nuestras instituciones», pero defienden que «existen vías legales que permiten mantener abierta una actividad de forma provisional, mientras se solucionan los problemas que puedan existir». La propiedad del Splash ya se acogió a una licencia temporal que recoge la ley autonómica de simplificación administrativa para abrir las instalaciones, pero el Consistorio entendió que no se cumplían los requisitos y la alcaldesa de Sant Lluís, Loles Tronch, considera plenamente válida y efectiva la resolución de cierre del parque acuático emitida el pasado mes de junio.
Cerrar el Splash, según los trabajadores, «tendría consecuencias devastadoras» no solo por la pérdida de empleos sino también porque dejaría de existir «un espacio querido por muchas familias, uno de los pocos lugares de ocio que tienen los niños y jóvenes, especialmente los de Sant Lluís». Afirman, en este sentido, que «no es solo una cuestión laboral, es una cuestión social, humana y de comunidad». Apelan, por ello, a las autoridades para dialogar y encontrar soluciones. «Queremos hablar, explicar, encontrar caminos posibles, aún estamos a tiempo», declaran, al mismo tiempo que piden que no se tome una decisión sin antes ser escuchados. «Que se valore lo que está en juego, no solo empleos, sino el futuro de muchas personas que dependen de esta actividad», concluyen.
Un ayuntamiento inteligente pondría a sus expertos a corregir lo necesario en lugar de amenazar con cierre. Pero noooo, significa trabajar, y cobran igual sin hacer nada. Además, sólo tienen expertos en mover lenguas y cobrar multas. Positivismo, pues cero.