«Fue triste comprobar como la mujer y sus hijas asumían el hecho violento del hombre como si lo tuvieran normalizado, como algo en cierto modo natural porque seguramente ya lo habían vivido en otras ocasiones». Son palabras de Max Weinbinder, posiblemente el director de hotel más célebre de las últimas semanas a nivel nacional por su insólita y decidida intervención el pasado viernes para reducir a un maltratador en el hall de su establecimiento hotelero, en Platges de Fornells.
Director general del grupo Carema Hotels, Weinbinder, de 43 años, argentino de padre alemán y madre italiana, residente en la Isla desde hace 12, está sorprendido por el eco de la noticia y el vídeo difundidos en primicia por este diario. En todo caso, esta gran resonancia la considera positiva «porque hay que debatir en torno a la seguridad de los trabajadores de nuestro sector, y por supuesto, sobre la violencia de género». En este sentido recuerda que le llamó la atención la nula atención que prodigaron algunas personas que entraban o salían del hotel cuando se producía la agresiva escena, «gente que no hizo nada pese a que veían a la mujer y las hijas atemorizadas primero, y después cuando se produjo el incidente conmigo». Reaccionó con ese arrojo «porque estaba ahí y era lo que debía hacer después de tratar de calmar al agresor». El padre de Weinbinder es profesor de artes marciales en Argentina, de ahí que él aprendiera desde pequeño técnicas de inmovilización que le sirvieron para actuar en este caso.
La mujer había bajado a recepción a pedir ayuda por la actitud violenta de su marido. El hombre, con una orden de alejamiento por malos tratos respecto a ella en el Reino Unido, se presentó en el hotel el jueves, un día antes de los hechos. Ella, acompañada por las tres hijas menores que tienen en común, le permitió que ocupara su misma habitación. Pero en ese día el hombre ya mostró su agresividad hacia la mujer en zonas comunes del hotel.
Cuando la mujer bajó a recepción el viernes poco antes de las 7 de la tarde, para pedir ayuda por la actitud de su marido, la recepcionista le ofreció llamar a la Policía. Al sentirse amenazado el hombre se puso más nervioso, increpó a la recepcionista y esta avisó al director, Max Weinbinder. Fue entonces cuando tras recibir un puñetazo del maltratador logró reducirle en un rincón de la recepción. Posteriormente lo condujo hasta su despacho, «me dijo que ya estaba tranquilo, que no pasaba nada, y le dije que no saliera de ahí, pero cuando escuchó que esperábamos la llegada de la Guardia Civil, salió corriendo y la recepcionista delante de él porque pensó que la iba a agredir. Yo estaba fuera y pude reducirle de nuevo». Se pregunta Weinbinder, «¿qué habría pasado si llega a pegar a alguien, o si se fuga y vuelve a aparecer por la noche?». Un taxi custodiado por la Guardia Civil que le detuvo poco después le condujo directamente al Aeropuerto donde tomó un vuelo hacia su país esa misma noche. El hombre estaba temeroso de que la detención le afectara por la orden de alejamiento vigente que había incumplido respecto a su mujer. Ella y sus tres hijas concluyeron su estancia en el hotel hasta el lunes, aunque la mujer renunció a denunciarle por miedo, mientras que el director tampoco lo hizo para asegurar que regresaba a su país.