«Estábamos en la cama y fue como si cayera una bomba. Enseguida supimos que había sido un accidente». Así definían lo vivido el domingo por la noche desde la finca de Santa Bàrbara, el lloc situado en el kilómetro 32,5, en Es Pla Verd, en la frontera entre Ciutadella y Ferreries.
Un punto negro de la red viaria insular, donde, solamente «los últimos diez años que llevamos viviendo aquí, ha habido seis accidentes» de mayor o menor gravedad, «por suerte, sin muertos».
«Es un sinvivir, oyes como los coches pasan a gran velocidad y es un trastorno». Luego, en cada siniestro «sales con la linterna sin saber qué encontrarás, eso se te queda en la mente y lo revives cada noche», añaden.
El ruido del tráfico penetra en ses cases de Santa Bàrbara, «siempre hay frenazos, pitos» y «no vives, estamos en una curva, pero es muy abierta y los coches cogen velocidad en el cruce de Ets Alocs y pasan disparados», explican, tras este accidente ocurrido en una noche de lluvia de barro.
La propietaria de la explotación, Mercedes Bosch, comentaba que «no hablamos ni de uno, ni de dos accidentes, son muchos, y no queremos esperar a que ocurra una desgracia mayor». Por eso, «esperaremos a que la Guardia Civil haga su trabajo y después miraremos qué podemos hacer». Quizá «sería conveniente poner un radar» u otra medida para reducir la velocidad. De hecho, los agentes de la Benemérita encargados del atestado apuntaron que «la curva es con línea discontinua y sería conveniente que fuera continua».
Los daños materiales —los destrozos en una cantonada, y el muro, la puerta, columnas, bigas y el tejado— han sido relevantes, y «cuando retiren el coche puede caer más parte del techo». Aun así, y aunque sea «lo menos importante» para ellos, ahora «quedan muchas gestiones para hacer, con la Guardia Civil, el perito, un arquitecto, un constructor» para rehacer la nave.
Radares de tramo entre pueblos y verías como se reducen los accidentes, tanto adelantamiento peligroso para llegar 10 segundos antes a la rotonda…