Erosionando la democracia
Ya pasó otra Semana Santa. Cuando de niño, vivía en Mahón, la Semana Santa era una gran fiesta familiar. Todos éramos de la congregación del Via Crucis de la iglesia de San Francisco. Todos íbamos a las procesiones, yo empecé a ir a los cinco años, y disfrutábamos. En particular lo de poder dar caramelos a las chicas guapas, a las que no me hubiera atrevido a acercarme sin capuchón, era todo un placer. Mirado con la perspectiva de los años, me doy cuenta de que poco de religión había en todas esas fiestas, al menos como las viví yo.
Las cosas han cambiado muchos con los años y si algo me despiertan estas fiestas son las ganas de conocer más la realidad de aquel Jesús histórico del que no nos hablaban entonces, pero que en realidad hay que reconocer que su impacto en el mundo occidental ha sido enorme.
Una de las pocas cosas que están claramente sustentadas por documentación histórica es que Jesús fue condenado a muerte y crucificado bajo el dominio de Poncio Pilatos, pero los detalles no están muy claros. Las informaciones más directas están en los evangelios y estos hay que examinarlos con cuidado.
Una de las primeras cosas con las que nos enfrentamos al buscar fechas en la historia judía es el problema de los calendarios.
Durante el dominio griego, los judíos fueron obligados a adoptar el calendario lunar, un año de 354 días y doce meses que seis de cada diecinueve años tenía que incluir un mes extra para compensar los desfases. Pero más lioso es aún el hecho de que el día judío empieza al anochecer, así la cena del viernes es ya la comida del sábado para ellos.
Para analizar el contenido histórico de los evangelios, no hay que leerlos en forma vertical, eso es uno tras de otro, sino en paralelo y concentrarse en eventos concretos. Es un buen ejercicio hacerlo en el caso de la pasión de Jesús con los evangelios de Marcos y Juan. En ambos evangelios, Jesús y sus discípulos van a Jerusalén a celebrar la Pascua judía, la conmemoración de la salida de Egipto, pero pronto empiezan a variar los detalles de la estancia.
En el evangelio de Marcos, Jesús da instrucciones a los discípulos de cómo y dónde celebrar la cena pascual. En la noche en que empieza el día de Pascua celebran la cena y después Jesús es detenido, y acaba crucificado alrededor de las nueve de la mañana siguiente, que aún es Pascua.
En el evangelio de Juan, Jesús no da instrucciones para la cena ya que es el día antes de Pascua, tienen una cena normal, después Jesús es detenido y crucificado la tarde siguiente, que aún no es Pascua. Esto se confirma en Juan 19.14 cuando Pilatos emite su veredicto y el evangelio comenta: "Era el día de Preparación de la Pascua, hacia el mediodía". Por tanto hay un día de diferencia entre las dos narraciones.
El evangelio de Juan es el que se escribió más tarde, unos 70 años después de la muerte de Jesús, en aquel tiempo no había datos a disposición de nadie y no debía quedar ya ningún testigo, en cambio el de Marcos fue escrito unos 30 años después de su muerte. Con intervalos de tiempo tan largos, puede que la información no fuera ya buena. Además es posible que siendo el evangelio de Juan el más teológico quisieran hacer coincidir la muerte de Jesús con el día de Preparación de la Pascua en que se sacrificaba el cordero pascual.
También es posible que las versiones originales de los evangelios estuvieran de acuerdo pero que las copias que nos han llegado tengan errores, fortuitos o intencionados. El número de errores detectados en copias del Nuevo Testamento es muy grande y eso no se puede excluir.
Autores cristianos han argumentado de muchas maneras que los dos evangelios están de acuerdo, pero no son nada creíbles estos argumentos. De todas formas, desde la perspectiva de entender el Jesús histórico esta discrepancia no tiene mucha importancia.
Pero muestra una vez más las dificultades de reconstruir la vida de ese Jesús histórico.
En cualquier caso, no se puede responder con certeza a la pregunta: ¿cuándo murió Jesús?