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Dietario

‘Mesquinets', los políticos

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29-XI-22, martes

Fallece a los 93 años en Munich uno de mis intelectuales de cabecera, Hans Magnus Enzensberger, pensador omnipresente a partir de  la posguerra europea. He leído varios de sus textos, didácticos, profundos e incluso divertidos, como un artículo memorable titulado «Compasión con los políticos» que recreé en una conferencia Dalt la Sala con motivo del vigésimo aniversario de los ayuntamientos democráticos y posteriormente en formato novelado en un artículo en «El País», del que entresaco la secuencia  en la que un ciudadano es requerido para entrar en política y pregunta  preventivamente algunas cosas:

- ¿Cuánto puedo ganar si renuncio a buena parte de mi trabajo?

- Entre sueldo y dietas, tanto.

- No está mal y tampoco será tanto trabajo…

- Tendrás que leer mucho.

- Ningún problema, leer es mi gran pasión.

- Sí, pero olvídate de tus novelas y ensayos. Tendrás que tragarte una riada inacabable de documentos, comunicaciones, borradores, propuestas, informes, expedientes, sondeos, boletines, dossiers, proyectos de ley… Toda la vida del político es pura repetición, reunión tras reunión.

- Un poco aburrido, ¿no? -musité tratando de quitarle hierro al asunto.

- Lo más aburrido del mundo.

- Pero no todo serán reuniones -le interrumpí.

- Te equivocas: todo son reuniones, siempre estarás reunido: juntas comisiones, patronatos, asambleas, tertulias, comités. Te olvidarás de lo que significa no estar reunido…

- Siempre se podrá delegar -dije tímidamente.

- Claro, asesores, filtradores, etcétera hasta que selecciones tanto que no te enteras de nada y acaban por hacerte la cama. Y todo ello sin poder dejar de hablar nunca, con un miedo atroz a meter la pata.

- Me quedaría la dimisión…

- Ni lo sueñes. La carrera política funciona como una nasa de pescador. Es tan fácil entrar en ella como imposible salirse. Y no te digo nada si te destituyen, todos se burlarán, te despreciarán…

Quizá fue esta compasión por los políticos la que le indujo a Enzensberger a publicar otro legendario artículo, «Los héroes de la retirada» en el que ensalzaba a los líderes que supieron retirarse a tiempo, como Mijaíl Gorbachov o nuestro Adolfo Suárez, después de haber llevado a cabo hermosas tareas de demolición de sendos regímenes dictatoriales.

En fin, quizá haya llegado la hora de dejar de denostar a nuestros amados líderes (copyright Nacho Martín) y reconocerles sus desvelos…

2-XII-22, viernes

El annus horribilis que anoche veía en la serie «The Crown» tiene su continuación en la semana horribilis del Gobierno relativa a sus últimos líos, cuando se le aventuraban unas semanas de paz después de la aprobación de los presupuestos generales. De eso nada: del feísimo asunto de Melilla a esos escasamente ético-estéticos nombramientos en Justicia, pasando por la infortunada Ley del solo sí es sí, en la que es urgente poner orden, o la más que discutible de los trans, peligrosa ensalada feminista que puede propiciar intervenciones médicas precipitadas e irreversibles en adolescentes...

4-XII-22, sábado

Y esta vez no acude el fútbol al rescate, humillada nuestra selección por unos japoneses que dominan el arte del cerrojo y no paran de correr ante unos graderíos repletos de fantoches pintarrajeados, con emociones patrioteras a flor de piel: llantos desatados, euforias con ademanes infantiloides, golpes de pecho a lo braveheart, miradas místico-implorantes al cielo…

Y hablando de fervorines chauvinistas, Inglaterra se enfrentó a  País de Gales con la mayor naturalidad del mundo… ¿Cuántos profetas de la incesante ruptura de España  se   rasgarían las vestiduras ante un eventual España-Cataluña? Otrosí,    ¿serían considerados sediciosos los federativos que lo  propiciaran?

6-XII-22, martes

En el Día de la Constitución, se nos rompe definitivamente España  (la futbolera). Cautivo y desarmado el combinado español, las tropas marroquíes etcétera… Luis Enrique oficia la defunción del tiqui taca. Afortunadamente. Un tostón menos. Y es que no está hecho el jugador para el sistema sino el sistema para el jugador. Amén.

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