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Nil Riudavets, con su medalla en Menorca: «Este bronce es de mi familia y de todos los menorquines»

El atleta aterriza en la Isla proveniente de París con la medalla al cuello y medio centenar de personas le reciben en el aeropuerto

Medio centenar de personas reciben a Nil Riudavets en el aeropuerto de Menorca tras conseguir un bronce en los Juegos Paralímpicos | Gemma Andreu

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La histórica medalla de bronce conquistada por el menorquín Nil Riudavets Victory (Maó, 1996) el pasado lunes en categoría de PTS4 de triatlón de los Juegos Paralímpicos de París 2024 ya está en la Isla.

Anoche, sobrepasadas las 21.30 horas, Nil cruzó el umbral que separa la zona de llegadas con el ‘hall’ del Aeropuerto de Maó. Junto con su entorno más allegado, que le ha acompañado durante su aventura en la capital de Francia, quien ya es un icono del deporte insular con su flamante presea pisó suelo menorquín por vez primera tras el éxito en los Juegos.

Alrededor de medio centenar de personas, algunas con pancartas que hacían referencia al deportista y a su proeza, acudieron a recibirle. Nil no escondió su gratitud por ello. El triatleta mahonés, cuyo siguiente reto, tal y como desveló en exclusiva este diario el pasado 20 de febrero es tomar parte en la competición de esquí de los próximos Juegos de Invierno dentro de un año y medio, en 2026, que se celebrarán en Milán-Cortina d’Ampezzo (por lo que se mantiene abierta la incógnita sobre si Nil estará o no en Los Ángeles 2028), apareció emocionado, y tal y como reconoció horas después de lograr el bronce en París, aun se sentía «sin terminar de creérmelo», en alusión a su exuberante conquista.

«La verdad es que lo vivido en París fue increíble, una carrera espectacular; me tocó ‘tirar’ de cabeza, de creérmelo, de luchar y luchar», comentó Riudavets para este diario,    evocando una prueba que le exigió «remontar mucho y sufrir mucho en la bici, en la natación, en la carrera a pie… y no dejarme ir en ningún momento para poder luchar hasta el final, y poder llegar a los últimos 200-300 metros con opción a medalla y poder sprintar para superar a Baele».

Nil recurrió al «orgullo, de toda la rabia acumulada, de años de no querer saber nada de este deporte... y eso se convirtió en energía, en ganas de vivir, en ganas de ser feliz... esto es increíble, la verdad», prosiguió el mahonés, del que cabe poner en valor de su éxito particular que implica, para el deporte mennorquín, su primera medalla en unos Juegos Paralímpicos. Nil así lo contextualiza, «esta medalla es de todos los menorquines», proclamó, teniendo asimismo muy presente a su familia, amigos, a su gente... «esta medalla también es de mi pareja, de mi familia, de mis amigos… de la gente que siempre ha estado ahí, que me han acompañado en París», anota.

«En definitiva, ellos (familia, novia y amigos) supieron estar a mi lado en los momentos en que más me costó, siempre han creído en mí, me han animado a hacer las cosas que me hacían ser feliz», abunda el medallista menorquín.

«Poder estar en unos Paralimpicos es un sueño cumplido, una felicidad inmensa, y poder traer la medalla a Menorca, algo increíble», termina Nil Riudavets, ya en la Isla, donde le esperan días de reconocimiento. Lógicamente. Y mientras, en el horizonte, ya empieza a vislumbrar los Alpes Dolomitas, sede de los Juegos de invierno de 2026...

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