Árboles frutales arrancados de cuajo, metros y metros de parets seques derrumbadas, forrajeras y balas de alimento para el ganado desaparecidas, huertos convertidos en basureros por todo lo que arrastró el agua, que obstruyó y partió puentes y levantó placas enteras de asfalto, dejando fincas incomunicadas. El primer recuento de daños del campo tras el paso de la DANA o gota fría que descargó sobre la Isla el pasado jueves es calamitoso.
«Necesitamos maquinaria pesada para limpiar los torrentes y quitar todo lo que está taponando puentes, ramas, maderas, árboles enteros porque hoy (por ayer) ha llovido y se han vuelto a desbordar», pedía ayer a través de «Es Diari» el payés de Barbatxí, Miquel, quien asegura que el torrente que llega desde el pueblo y atraviesa su finca llegó a crecer hasta tres o cuatro metros de altura y 20 o 30 metros por cada lado.
Las organizaciones agrarias empiezan a valorar ese rastro de destrucción de la tormenta entre sus socios y en las fincas consultadas que se dedican a la leche y el queso, de momento, no hay constancia de pérdida de ganado. «Las vacas se arrinconaron en un punto de la finca», explica el payés de Barbatxí. Los animales buscaron instintivamente las zonas más altas de los terrenos que se iban anegando para protegerse de la riada. En cuanto al cultivo, esta finca es de forraje y estaba segada pero no arada, por lo que no se ha perdido tierra.
El ganado de Barbatxí, refugiado junto a la torrentada
El testimonio de los payeses de la zona del Camí de Tramuntana da una idea de la fuerza destructora que tomó el caudal que arrasó el centro de Es Mercadal, y es que en fincas a varios kilómetros del pueblo aparecieron las sillas coca rossa del bar Es Gurugú cuya imagen, siendo violentamente arrastradas por las aguas, se hizo viral estos días. Las sillas y otros objetos fueron arrastrados hacia el entorno rural, que ahora lamenta pérdidas que pueden ser millonarias con la esperanza de recibir las ayudas que se puedan articular a través de la declaración de zona catastrófica por parte del Gobierno central. Muchos de los payeses consultados no tienen pólizas de seguro que les cubra ante estas adversidades, y ahora mismo el inventario de daños, entre material arrastrado e infraestructura de las fincas que se ha perdido, es dificultoso, no pueden aún poner cifras.
«Hemos pedido a los socios, a través de nuestro grupo de difusión, que nos hagan llegar si están afectados por la DANA y qué daños tienen», explica la presidenta de la Federació Agrícola i Ganadera de Menorca (Fagme), Catalina Pons, «y el lunes haremos una valoración». De momento en la entidad ya tienen noticias de al menos tres fincas asociadas que han sufrido daños, se trata de Binillubet, Son Carlos y S'Aranjassa, todas ellas cerca del Camí d'en Kane en Es Mercadal; también tienen constancia de desperfectos en Son Arret, Ferreries, y los ya mencionados en Binidonaire.
Afortunadamente son todos daños materiales, no personales, y tampoco les han informado de ganado que haya podido ser arrastrado y ahogarse con la riada. Aunque algunos animales sí han desaparecido con la DANA en el campo, es el caso de una cerdita vietnamita cuyos dueños están buscando desde el día de las inundaciones en la zona del huerto de Llucassaldent, en el barranco de Cala en Porter; han realizado un llamamiento en redes sociales para encontrar a su mascota, aunque temen que sea ya sin vida debido a la virulencia de la tormenta y la inundación en la zona.
Huertos de Cala en Porter
Allí, en Alaior, el payés Joan Fortuny, que se encarga de distintos huertos del barranco de Cala en Porter, ha visto cómo se echaban a perder sus árboles frutales: granados, melocotoneros, manzanos, perales, albaricoques, nísperos y aguacates. «El agua subió como dos metros de altura y corría con mucha fuerza, arrancó árboles y hasta trozos del asfalto de la carretera», explicó ayer.
La fuerza del agua en los huertos de Cala en Porter
Este payés se encarga de los huertos de Rosselló y Squella, en este último se encuentran los enormes pacaneros únicos en Balears y originarios de América. También se ocupa del huerto familiar donde la riada llegó a inundar la casa de campo de sus padres, que tuvieron que subir a la planta alta, con salida al Camí de Cavalls, mientras en la de abajo «los sofás flotaban». Un susto que no tuvo mayores consecuencias ya que el agua subió alrededor de un metro de altura dentro de la vivienda, que abandonaron sin más contratiempo ya en la madrugada del viernes.
En la zona, relata el payés, «hay dos puentes destrozados», uno forma parte del Camí de Cavalls y habrá que construirlo de nuevo, está precintado. De momento no se puede acceder a todas las fincas, a la de S'Hort Squella «no se puede pasar». Ayer era día de limpiar, hacer fotos y esperar a que «la declaración de zona catastrófica nos pueda ayudar».
El apunte
Sillas de la terraza de un bar y otros enseres de casas viajaron kilómetros
En los terrenos de las fincas de Es Mercadal que padecieron la riada han aparecido objetos arrastrados desde el pueblo, como un baúl de moto, capazos de plástico, botellas, barreras del campo, bebederos, casetas y materiales de otras fincas vecinas, y lo más llamativo de todo, las sillas de una terraza del centro del pueblo que viajaron, algunas de ellas, hasta 6 kilómetros. Las sillas del bar Es Gurugú, que pudieron verse en videos empujadas por la corriente, están repartidas ahora entre los restos aparecidos en las fincas de Tramuntana.