El menorquín Santi Oliver, uno de los integrantes de la Flotilla Global Sumud, ha relatado a «Es Diari», con voz serena y cansada, los días que ha pasado detenido en una prisión israelí de máxima seguridad tras la interceptación del convoy que trataba de romper el bloqueo israelí sobre Gaza. A pesar de todo lo que ha vivido, lo primero que remarca es que no quiere protagonismo. «El foco no debe estar en nosotros, sino en los que siguen allí, en los presos políticos palestinos y en los compañeros que aún están encarcelados».
Oliver, meteorólogo jubilado y miembro de la Taula per Palestina de Menorca, había embarcado con la flotilla siguiendo una «obligación moral», y después de ver «el bombardeo de imágenes y de barbarie que estaba ocurriendo en Gaza». La travesía terminó con su captura y la de decenas de activistas internacionales. Lo que vino después, cuenta, «fue una experiencia que cuesta digerir».
Malos tratos
En la prisión israelí, asegura, fueron sometidos a maltratos psicológicos y físicos. «Nos privaban del sueño; nos despertaban cada dos horas a gritos y con fusiles apuntándonos. Nos quitaban el reloj y todos los objetos personales, no sabíamos si era de día o de noche». Oliver habla de celdas saturadas y de una sensación de desorientación constante. «Te subían a un furgón, te llevaban durante horas sin aire, sin saber adónde ibas. Pensabas que te iban a fusilar», rememora.
Tampoco puede olvidar los golpes, las amenazas con armas, las posiciones forzadas y las horas sin agua ni aire. «Estuve 24 horas sin poder orinar. Fue la peor tortura», confiesa. También denuncia la falta de asistencia médica: «Un compañero turco tenía el brazo roto y otro necesitaba insulina y nadie acudía». Además, explica que algunos, como él, iniciaron una huelga de hambre que mantuvieron todos los días y denuncia el aislamiento al que fueron sometidos. «No tuvimos contacto exterior. Ni abogados, ni noticias, nada».
Aun así, asegura que en las celdas surgieron momentos de solidaridad. «Hubo mucha camaradería, y eso nos ayudó a mantenernos en pie», recuerda. También evita hablar mal del Gobierno español y cree que el cónsul vino en cuanto le dejaron. «Creo que actuaron lo mejor posible», señala.
De regreso en casa, su mirada vuelve una y otra vez hacia Palestina. «Hemos vivido una pesadilla, pero si a nosotros que somos extranjeros y blancos, nos trataron así, no puedo imaginar cómo tratan a los miles de presos palestinos, incluidos niños de doce años». Tampoco quiere recibimientos ni homenajes. «Ahora quiero descansar y escribir, para que no se me olvide nada. Pero, sobre todo, quiero que se hable de Gaza, no de nosotros. Nosotros hemos sufrido una milésima parte de lo que sufre el pueblo palestino cada día», recalca.
ToniQuieres ver genocidio? Ves a Nigeria, medio millón de muertos. Ves a Sudán. Ves al Congo. Sabes que en la guerra de Ucrania ya llevan 350000 muertos? O esos ya no molan? Hace cuatro días todo el mundo con la banderita azul y amarilla, pero ahora parece olvidado. Los que no piensan como tu no defienden nada, simplemente no piensan como tu. Y ,por lo que leo, piensan que esta flotilla ha sido un paripé. Una maniobra de distracción no se para que. Un bluf. Y yo pienso, que seguro que en la franja de Gaza, en Cisjordania, en Israel,en Ucrania, en el Congo.. seguro que en esos sitios hay algún miembro de Médicos sin Fronteras haciendo cosas buenas. Sin tanto afan de protagonismo como los melaos de la flotilla. Y que seguro que si este periódico hablara de ellos,los comentarios serían de otra índole