El GOB y la Federación de Cofradías de Pescadores de Balears temen que el Parque Eólico Marino Flotante Gregal que la multinacional francesa Qair proyecta en la costa noreste de Menorca «arrase» el ecosistema del fondo del mar frente al litoral de Fornells y Favàritx y cree una «zona de exclusión marina».
Ambas entidades, dos de las 48 consultadas sobre el proyecto, han hecho llegar sus consideraciones al Ministerio para la Transición Ecológica. El GOB propone instalar uno solo de los aerogeneradores previstos, a modo de prueba piloto, para poder «monitorizar durante uno o dos años» las consecuencias que podría comportar «antes de que éstas sean irreversibles». Se trata de una solución parecida a la que ya se ha planteado con los proyectos de parque eólico en el Golfo de Roses (Girona), frente al Alt Empordà.
«Más que el impacto paisajístico, nos importa el impacto que pueda tener sobre el fondo del mar», remarca el portavoz Miquel Camps. La zona donde se quieren instalar los aerogeneradores está protegida y tan expuesta al oleaje y a la tramontana que, teme el GOB, las subestructuras flotantes pueden desplazarse con los temporales y el anclaje en el lecho marino acabar «arrasando» parte del ecosistema y de las praderas de posidonia afectadas.
Pero el GOB teme también las vibraciones que causarán las aspas en movimiento de los diez molinos de 262 metros de diámetro, «que pueden ahuyentar a numerosas especies y crear una zona de exclusión marina». Un efecto especialmente importante si se tiene en cuenta que el área donde se proyecta el parque «está en medio de varias zonas protegidas de avifauna y coincide con puntos de migración y alimentación de diversas especies de aves».
La pesca, «escandalizada»
Las cofradías de pescadores han expresado su «rechazo frontal» por el «gran impacto» que les supondrá el proyecto. El secretario de la federación, Carlos Ros, dice estar «escandalizado» por la grave afectación» que presume que tendrá el parque «sobre los caladeros que más frecuentan los pescadores de Maó y Fornells».
Pese a que la promotora se compromete a soterrar el cableado marino, «las obras durarán tres años y durante este tiempo no podríamos trabajar, ni donde estén los molinos ni a lo largo del trazado del cable. Y cuando las obras estén acabadas tampoco, pues tener molinos de casi 300 metros y con las aspas a solo 20 metros del nivel del mar hará que sea inviable tanto la pesca como la navegación y deberemos trasladarnos a otras zonas».
Ros reivindica la importancia de la pesca, «un sector primario que ofrece productos de calidad de kilómetro cero y que fue considerado estratégico durante la pandemia. Entendemos que la generación de energía renovable es necesaria como alternativa al combustible fósil, pero deben ponderarse sus consecuencias para que afecte lo menos posible a actividades como la nuestra».
En este sentido, el secretario de la federación lamenta que el informe de evaluación ambiental de Qair relativice la afectación del parque sobre el sector pesquero, «porque hasta ahora nadie nos había consultado al respecto».
Según explica Ros, la propuesta solo tiene en cuenta las barques bou, pero no así la flota de artes menores, «llaüts de pequeña eslora que son, de hecho, los que entre abril y agosto se dedican casi exclusivamente a la captura de la langosta», una práctica que también podría verse perjudicada por el efecto del parque marino.
Subestación y cable submarino
El GOB va más allá de las consideraciones que ha planteado al Ministerio para la Transición Ecológica y se pregunta «si tiene sentido asumir el coste ambiental de un megaparque como el proyectado para generar una energía que después Menorca no podrá consumir».
Miquel Camps remarca que la línea de evacuación entrará por Macaret y llegará a Es Mercadal, donde deberá construirse una nueva estación eléctrica y hacerla llegar hasta Ciutadella para conectarla a Mallorca a través del segundo cable submarino, que Red Eléctrica no contempla acometer antes del año 2026. «Todo eso hará que se pierda mucha energía», advierte Camps, quien vería «más lógico» dimensionar la instalación a las necesidades de abastecimiento que realmente tiene Menorca.
Qair tramita en la actualidad en España otros dos proyectos similares al de Menorca, en Pontevedra y Gran Canaria.
El GOB asume el impacto paisajístico: «Preocupan más los otros efectos»
La difusión de las imágenes virtuales de los diez molinos marinos de 290 metros de altura a cuatro kilómetros de la costa de Es Mercadal ha motivado cierta contestación social en las redes, pero no ha alarmado ni al Consell ni al GOB.
Esta publicación de rechazo difundida por el perfil Menorca.Playas en Instagram ha sido muy compartida y ha motivado también la creación de un grupo de detractores en Facebook.
La entidad conservacionista de referencia en Menorca asume el impacto paisajístico como un mal menor en las obras de transición energética hacia las renovables y, en palabras de su portavoz Miquel Camps, se muestra «más preocupada por los otros efectos» que podría acarrear una iniciativa de este tipo, sin precedentes cercanos en el Mediterráneo y sobre la que «aún hay demasiadas incertezas».
«La respuesta social se da siempre que se plantea un proyecto así, pero nosotros no vamos por esta línea», aclara. Su prioridad es que todos los efectos sean reversibles, «y el impacto visual puede atenuarse reduciendo su tamaño y poniendo los molinos más lejos de la costa». El GOB apuesta por aumentar la generación de energía eólica en la estrategia de renovables de Menorca, ya que abundan los proyectos fotovoltaicos, por lo que «el problema es de dimensión».
El apunte
Un segundo proyecto prevé de 7 a 12 molinos aún de mayor potencia
El de la multinacional francesa Qair no es el único proyecto que se promueve en aguas de Menorca. Una empresa de Madrid con experiencia en renovables también impulsa la instalación de entre siete y doce aerogeneradores de 20 MW cada uno en la zona de alto potencial ecológico al norte de la Isla. La propuesta, que ya se ha presentado al Consell, tendría una potencia mínima de 140 megavatios (MW).