Cuando el mes de septiembre se encamina hacia su recta final, los negocios turísticos de la urbanización de Cala en Porter empiezan a hacer balance de todo lo sucedido desde que la DANA impactó de lleno en esta zona de Alaior, y confirman que al final se han cumplido sus peores presagios. «Nuestra temporada acabó el 15 de agosto», lamenta de manera expresiva Montse Hilario, propietaria de la tienda de artículos de playa Los barriles, cuya facturación ha caído en picado desde que el temporal se llevó la arena.
Desayuno de regalo
También muestra su pesar por todo lo ocurrido Bernardino Borrueco, cuyo negocio de velomares y canoas resiste en la franja de arena que ha permanecido en su lugar, aunque facturando mucho menos de lo habitual. «A la playa viene menos gente, y ayer solo hicimos 80 euros, lo que no nos da para nada», afirma.
Borrueco asegura que este verano habrá dejado de facturar más de 20.000 euros, y ahora ya está pensando en echar el cierre y dar por concluida la temporada. «Lo que nosotros pedíamos es que volvieran a poner la arena que ha entrado un poco hacia el mar en el sitio donde estaba, pero ahora ya es demasiado tarde», lamenta.
Otros negocios de la urbanización, como los apartamentos Siesta Mar, han tenido que bajar precios para adaptarse a la caída de la demanda, con lo que han conseguido salvar la temporada, aunque igualmente han perdido reservas. «Hemos tenido que bajar mucho el precio de las habitaciones y de los apartamentos, y hasta hemos regalado el desayuno, por lo que al final teníamos los precios más bajos de la Isla», asegura Liudmila Kolotilina desde la recepción.
Además, Kolotilina explica que han tenido muchas quejas, e incluso ha habido clientes que les han pedido una devolución del dinero. «A los ingleses la playa les importa muy poco, pero el turismo nacional se ha resentido mucho», resume.
También hacen una mala valoración de la temporada desde la Pizzería Don Gelato. «Ahora sí que podemos decir que la DANA nos ha afectado mucho», afirma Gianfranco Leonardi, encargado del establecimiento, quien considera que ha habido «descoordinación y falta de planificación por parte de las administraciones», y lamenta que «durante los primeros quince días no se hiciera nada».
En cambio, desde el Rustic Bar Cala se lo toman con filosofía. «Al final hemos facturado un 50 por ciento menos, incluso con la playa abierta, pero esto es lo que hay y nosotros aguantaremos», asevera Claudi Coll.
A llorar para no declarar y de paso pedir ayudas. Que es el cuento de cada año!! Si el negocio no es rentable, se cierra pero lo de llorar cada año es de traca.